Desde el domingo 22 de noviembre pasado, Argentina tiene un nuevo presidente. En una ocasión casi inédita en su historia, el cargo mayúsculo de primer mandatario lo ostenta alguien que antes condujo los destinos de una institución deportiva, entre muchas otras. Alguien que hizo de un club grande un nuevo gigante. En efecto, Mauricio Macri, aquel presidente de Boca Juniors, es quien desde el 10 de diciembre tendrá la difícil misión de enderezar una nación alicaída. Lo mismo que tuvo que hacer en el azul y oro a mediados de los 90…
El ingeniero civil que nació en Tandil en febrero de 1959 hizo honor a su profesión para levantar a un Boca que, si bien bajo la gestión de Antonio Alegre había salido de su pésima situación financiera y futbolística, estaba allá por 1995 necesitado de un impulso en ambas áreas, especialmente en la deportiva, en la que venía sufriendo fracasos en seguidilla. Curiosamente, en el mismo día que Macri venció en las elecciones, el 3 de diciembre de 1995, el equipo de Silvio Marzolini y Diego Maradona perdía 6-4 contra Racing de Avellaneda y empezaba a ver cómo se escurría un Torneo Apertura en la que fue líder con hasta nueve puntos de ventaja, y que finalmente fue para el Vélez Sarsfield de Carlos Bianchi. Para entonces, el hijo del empresario ítalo-argentino Franco Macri y exmandamás de la automovilística Sevel Argentina había presentado un ambicioso proyecto integral para el club.
Al ser elegido con más de 4.400 votos sobre alrededor de 7.000, Macri arrancó un proceso que nadie pensaba que revolucionaría a la institución del barrio de la Boca en Buenos Aires. El club fue creciendo paulatinamente en lo económico e institucional: acuerdo con el Club Social y Deportivo Parque para proveer de jugadores la cantera (de allí vino Juan Román Riquelme), remodelación parcial del estadio La Bombonera, la creación del Fondo Común de Inversiones para la compra de derechos de futbolistas. Y más aún en lo deportivo, uno de sus grandes sueños (“quiero un Boca hegemónico de un título por año”, había dicho varias veces), aunque necesitó tres años y cuatro entrenadores (Marzolini, Carlos Bilardo, Héctor Veira y Bianchi) para obtener un campeonato por primera vez en seis temporadas, el Apertura 1998, el mismo que un año antes estuvo a punto de conseguir en la última jornada. Macri fue a buscar a Bianchi, que venía de un exitoso paso por Vélez pero también de un severo traspié en la Roma por lo que era una incógnita. Sin embargo, el ‘Virrey’ devolvió la confianza con una catarata de títulos, comenzando por aquel Apertura 98 y el Clausura 99, en una temporada en que su equipo se mantuvo 40 partidos invicto, récord en la Primera División argentina hasta hoy. Además Boca fue protagonista en la Copa Mercosur aunque no llegó a la final, y el ex jugador de Vélez de los 70 y 80 promovió gran cantidad de juveniles que se acomodaron muy bien en la plantilla superior. Así Macri cerró su primer período de cuatro años hasta 1999, cuando reeditó la presidencia sin la presencia de la oposición y con el 84 por ciento de los votos, el punto inicial de un tiempo aún más próspero.
Justamente, el segundo mandato incluyó aquel 2000 inolvidable para Boca, que aún dirigido por Bianchi, en junio levantó la Copa Libertadores ante el Palmeiras en Brasil por primera vez tras 22 años. Y a fin de ese año, obtuvo la Copa Intercontinental en Tokio sobre el Real Madrid de Raúl, Figo y Roberto Carlos, y menos de un mes después repitió el título local. Mientras los ingresos económicos iban creciendo como nunca antes, 2001 fue tiempo del debut de Carlos Tévez en el primer equipo y, a mitad de año, de llevarse la segunda Libertadores frente al Cruz Azul mexicano, por penaltis como ya lo hizo en el 2000.
Sin embargo, no todo fueron alegrías. Tras esa Copa Libertadores, varios jugadores importantes fueron vendidos al exterior, algo a lo que se unió que al final del año Bianchi anunciara que dejaba el cargo, por lo que el presidente tuvo un famoso cruce con él apareciéndose en mitad de una conferencia de prensa pidiéndole explicaciones claras. Tras está vorágine llegó la primera decepción al perderse en diciembre la respectiva Intercontinental ante el Bayern Múnich. Como sustituto del ‘Virrey’ en 2002 se contrató al uruguayo Oscar Tabárez, que fuera campeón diez años antes con el club, que en esta oportunidad no logró ningún título, por lo que al cierre de ese curso se volvió a traer a Bianchi, quien nuevamente pagó la confianza con creces con la “triple corona”, es decir, Copa Libertadores venciendo al Santos de Robinho y Diego, el Torneo Apertura de 2003 y la Copa Intercontinental ante el Milan.
Ante esta nueva marcha triunfal Macri fue reelegido por tercera ocasión en un mandato donde su delfín Bianchi se despediría para siempre del club tras la increíble ante el Once Caldas de Colombia en una nueva final de Libertadores. El recambio del ‘Virrey’ fue un Miguel Brindisi que terminó yéndose tras perder el ‘superclásico’ con River Plate sin lograr título alguno. Quien si ganaría un título fue el siguiente entredor del cuadro azul y oro, Jorge ‘Chino’ Benítez que le dio al club una Copa Sudamericana, pero que pese a ese éxito fue despedido tras el escándalo en el partido de vuelta de cuartos de final de la siguiente Copa Sudamericana ante Chivas de Guadalajara cuando el técnico escupió al mexicano Adolfo Bautista. Un tortuoso devenir que se frenó con la contratación de Alfio Basile en el verano de 2005 que inició otro período de éxitos con dos Recopas Sudamericanas en 2005 y 2006, el Apertura, la segunda Sudamericana del club (estos dos últimos títulos logrados en la misma semana) y el campeonato doméstico siguiente, el Clausura 2006. Como Basile fue llamado por Julio Grondona para hacerse cargo de la Selección argentina, Ricardo La Volpe fue quien orientó al once boquense pero debió irse tras perder increíblemente el campeonato ante el Estudiantes de Diego Simeone.
Pero el cierre de los doce años de Macri al frente de Boca fue como siempre, con gloria y protagonismo. En 2007 fichó a Miguel Ángel Russo y repatrió a Juan Román Riquelme, que venía de varios problemas en España, y ambos lideraron la espectacular conquista de la cuarta Copa Libertadores en siete años, para variar ante un club brasileño, el Gremio de Porto Alegre. Y se llegó a la final de su primer Mundial de Clubes, que perdió en Japón ante el Milan por 4-2. De esta manera Mauricio Macri se fue tras cumplir tres mandatos con nada menos que diecisiete títulos, cinco más que el histórico Alberto J. Armando. Su marcha fue propiciada por la Inspección General de Justicia en febrero de 2008 que ordenó la vuelta de los directivos anteriores, ya que Macri, como reciente jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no podía ocupar dos cargos al mismo tiempo. De esta manera, en junio de 2008, puso fin a su estadía en la institución con una tarea brillante y revolucionaria, que además le valió a Boca Juniors ser nombrado mejor equipo de América del Sur de la década del 2000 por la Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol. Ahora, tal vez pueda hacer lo mismo a la cabeza de su país. Por lo menos, la experiencia y el éxito ya la tiene.