Su gran presente es resultado de su gran pasado. De pasos lentos pero constantes,con la más absoluta de las humildades, a fuerza de coraje, fue progresando hasta convertirse en una estrella que brilla nítidamente, quizá no por su juego pero sí por su guapeza. Javier Alejandro Mascherano (1984, San Lorenzo) sigue siendo en todos los aspectos el mismo que un día se puso la camiseta argentina y no la dejó nunca más, convirtiéndose en uno de sus grandes apellidos.
Desde su comienzo en su ciudad natal, el ‘Jefecito’, apodo en diminutivo por tener las mismas cualidades que el ‘Negro Jefe’ Leonardo Astrada, centrocampista de River Plate, tuvo un ascenso meteórico. Tras jugar en Cerámica San Lorenzo y El Alma de su pueblo, fue descubierto por el gran Jorge ‘Indio’ Solari, legendario futbolista, entrenador de larga trayectoria y formador de juveniles, quien lo vio en un ‘campito’ y lo incorporó a la cantera del Renato Cesarini de Rosario, club fundado por él. Por entonces tenía catorce años y ya resaltaba como un jugador que llegaba al área contraria y era tranquilo, con personalidad, sin gritar, alguien que se imponía por su inteligencia. Así fue que, antes de viajar a Buenos Aires para jugar en las categorías inferiores de River Plate, fue preseleccionado por el técnico de juveniles albicelestes Hugo Tocalli. Y estando en la cantera del millonario, empezó a trascender como una de las figuras de la sub 17 en 2001, primero con el subcampeonato en el Sudamericano de Paraguay y luego con el cuarto puesto en el Mundial de Trinidad y Tobago, donde compartió el once con otros destacadísimos y más tarde compañeros suyos en la absoluta: Pablo Zabaleta, Gonzalo Rodríguez, Maximiliano López y Carlos Tévez. Desde ese momento fue un fijo de Argentina formando parte de cada uno de sus eventos, como en 2002 cuando, en ocasión del Mundial de Corea del Sur y Japón, fue convocado entre los jóvenes que se enfrentaban como ‘sparring’ a la absoluta en los entrenamientos.
Sus actuaciones ya sobresalían tanto que el Ajax se fijó en él, sin embargo el joven ‘Jefecito’ rechazó la oferta y prefirió seguir con su despegue en tierras locales. En 2003, siendo ya un referente de la sub 20 logra un cuarto puesto en el mundial de Emiratos Árabes, además de protagonizar un sorprendente debut con la absoluta que dirigía Marcelo Bielsa ante Uruguay (2-2) en la inauguración del majestuoso Estadio Único de La Plata, y unos días después se viste por primera vez con la elástica del equipo senior de River, dirigido por aquel entonces por Manuel Pellegrini, recibiendo la alternativa de estrellas como Astrada o Gabriel Pereira en la victoria por dos a uno ante Nueva Chicago. En ese año mágico el entrenador de las inferiores argentinas, Hugo Tocalli, dijo de él al diario La Nación: “No exagero cuando digo que Mascherano será el futuro mediocampista central de la selección absoluta. Por algo Bielsa ya lo hizo debutar. Lo de Mascherano no me sorprende. Desde los catorce años que trabaja con nosotros su nivel ha sido muy alto».
Si en 2003 fue su despunte, en 2004 llegaron los títulos: campeón con River Plate del Clausura 2004 y de los Juegos Olímpicos de Atenas, triunfo que reeditaba una medalla de oro que Argentina no ganaba desde hacía 52 años. Todo esto mientras jugaba la Copa Libertadores, seguía estando en la absoluta, para la que jugó su primera Copa América donde vivió su primer trago amargo con la derrota por penaltis ante Brasil en la final, y recibió a fin de año el Premio Clarín al mejor jugador y fue incluido en el equipo ideal de América por el periódico uruguayo El País, que repitió al año siguiente. Y para no ser menos, en 2005 convirtió su primer gol en clubes, en febrero de ese año frente al Olmedo de Ecuador en la Libertadores tras una jugada fenomenal, contribuyendo al triunfo de River por 2-3. Y así se marchó al exterior, pero no tan lejos ya que el Corinthians de Brasil lo fichó por quince millones de dólares, asegurándose su pase antes que los muchos clubes de Europa que lo buscaban. Su último partido con su gran amor fue en julio de 2005 el triunfo por la mínima sobre Huracán de Tres Arroyos donde fue despedido por la hinchada con una gran ovación; sólo en dos años se había ganado a ese público de paladar exigente y metido en la historia grande del club. «En mi último partido en River había banderas, la gente me cantó, los últimos quince minutos fueron tremendos (…) Un año después volví al Monumental con Corinthians, me expulsaron y la gente no paraba de aplaudirme (…) River es muy especial para mí, tengo un cariño especial por el club, viví ahí, estudié ahí (…) River fue formativo. Es mi club.», recuerda ‘Masche’ con cariño.
Aunque permaneció en el Corinthians junto a Carlos Tévez un año y fue campeón del Brasileirão no se llevó los mejores recuerdos, primero por por una lesión en el pie izquierdo que lo tuvo fuera de los terrenos de juego siete meses y luego por roces con el entrenador Emerson Leão, que no los dejó ir (ni a Tévez) la selección cuando comenzaba la era Basile ante Brasil en un amistoso de Londres, argumentando que los necesitaba por el mal momento del ‘Timão’ en el campeonato. Por eso, y tras disputar su primer mundial en Alemania 2006 dirigido por José Pekerman (jugó los cinco partidos) se fue junto al ‘Apache’ al West Ham inglés, donde sólo estuvo media temporada para luego recalar en el poderoso Liverpool donde Javier tardó en presentarse ya que la reglamentación indicaba que no podía militar en tres equipos en una misma temporada, por lo que el club debió recurrir a la FIFA y luego tener el visto bueno de la Premier League para poder utilizarlo. La lucha valió la pena, ya que no sólo rindió en gran nivel bajo la órbita de Rafael Benítez sino que nunca más bajó su rendimiento y llegó a la final de la Champions League que perdieron ante el Milan en ese 2007, año en el que estuvo en su segunda Copa América (de nuevo siendo subcampeón) y marcó por primera vez un gol con la absoluta. Y en 2008 renovó su contrato por cuatro años más, y se colgó su segunda medalla de oro olímpica en los Juegos de Pekín donde fue titular indiscutible.
No le fue bien en 2010, ya que no encontró motivación para seguir en Liverpool y sufrió con la selección de Diego Maradona su segunda frustración en un Mundial en Sudáfrica, al caer 4-0 con Alemania en cuartos de final. Pero rápidamente volvió al éxito con su pase ese año al Barcelona de Pep Guardiola, donde junto a Lionel Messi fue parte de la ola vencedora blaugrana, comenzando por la Liga de ese curso y la Champions ante el Manchester United. Ante las lesiones de figuras como Carles Puyol o Eric Abidal, Mascherano pasó a la posición de defensa central que hasta hoy ocupa y en la que sorprendió por su rendimiento, haciendo incluso dudar a la prensa argentina si debía o no jugar de medio en la selección argentina. Así continuó dentro de la imparable racha del Barça, ese 2011 con la Supercopa española y europea y campeón del mundo ante el Santos de Neymar (4-0) en Japón; en 2012 con la Copa del Rey, en 2013 con otra Liga y Supercopa de España, y este 2015 con una Liga, la Copa del Rey, una nueva Champions ante la Juventus y otra Supercopa europea. Múltiples éxitos que contrastaron notoriamente con su pasaje por la albiceleste, primero en la Copa América 2011 y más aún con las finales de Brasil 2014 y Chile 2015 perdidas, torneos en los que igualmente respondió con invariable jerarquía como el alma y corazón que mantuvo alto hasta el último momento las esperanzas de triunfo de la albiceleste. Fue por eso que continuó siendo reconocido: parte del equipo ideal de la FIFA en el Mundial de Brasil, nombrado hijo predilecto de la ciudad de San Lorenzo, nominado al Balón de Oro en 2014 e integrante del mejor once de la Liga, de la Champions League, de esta última Copa América.
Con semejante curriculum, su figura se ha convertido hoy en imprescindible para cualquier equipo que integre y en todo un ídolo de la afición, uno de los pocos indiscutidos de la selección de su país a pesar de las derrotas. Ha recibido elogios de quienquiera que opine en el mundillo del fútbol. Fue él quien le pronosticó a su compañero Sergio Romero antes de la definición con Holanda en el mundial por penaltis el famoso “hoy te convertís en héroe”. Algo que él ya lo había hecho con sus grandes apariciones.