Carles Puyol es leyenda. Acaba de anunciar su marcha a final de temporada, y ya se le puede catalogar como uno de los inolvidables que pasarán a la historia del club blaugrana. Denominado no sólo como un gran jugador, sino también como una gran persona, ha defendido siempre unos colores que siente. Una trayectoria, la de este jugador, marcada por un solo club, el Fútbol Club Barcelona.
En la ciudad condal se quedan, en cierto modo, huérfanos. Puyol se va, y con él un jugador vital, primordial en la plantilla. Desde que en el año 1995 comenzara su andadura en el equipo catalán, jugando en los escalafones inferiores, Puyol ya apuntaba maneras. En 1999 debutó con el primer equipo ante el Valladolid. Van Gaal contó con el catalán, y éste le respondió con un gol por la escuadra.
El chaval de la Pobla del Segur pronto se hizo con el papel de capitán en el equipo. Su posición habitual ha sido la de defensa central, aunque no ha renunciado en ningún momento al ataque, sobre todo en jugadas a balón parado. Su enorme versatilidad hace de él una pieza más valiosa aún, siendo también un gran dominador del juego aéreo, gracias al que, por ejemplo, marcó el gol que le dio el pase a España a la final del mundial disputado en África.
Las lesiones han sido su única merma, aunque no le han impedido hacerse una gran figura en el mundo del fútbol. La más recordada y quizás la peor para el propio jugador fue la que sufrió en la temporada 2006-2007, cuando la rotura del ligamento lateral externo de su rodilla le retiró del terreno de juego por unos meses. Retirada que, afortunadamente, nada ha tenido que ver con las que sufrieron sus amigos y compañeros Abidal y Miki Roqué. Al primero le cedió el brazalete de capitán cuando el Barça se hizo con la Copa de Europa en Wembley, en el año 2011. Al segundo le costeó el tratamiento, aunque finalmente el desenlace fuera fatal. Dos gestos y ejemplos de la grandeza de un jugador que no lucha sólo en el terreno de juego, sino fuera también, y por los demás.
Carles Puyol ama el fútbol en todas sus acepciones. Por su juego, su compañerismo, su forma de estar, su respeto (a veces incluso ha recriminado a alguno de sus compañeros de equipo algunas celebraciones por considerar que no eran acertadas), hacen de Puyol un jugador imprescindible en este deporte. Si no existiera habría que inventarlo, ¿no creen? El Fútbol Club Barcelona y la Selección Española se despiden para siempre de él, del eterno capitán. Porque Carles Puyol es més que un jugador.