10 de junio de 2016, una patera sale de las costas de Libia con una treintena de personas. La mayoría de esas personas vienen del África subsahariana y no saben nadar, de hecho están teniendo su primer contacto con el mar. Alcanzan esas luces que veían desde la playa y que los miembros de las mafias les aseguraban que era ya Europa y descubren, apesadumbrados, que resulta que se trataban de plataformas petrolíferas. A partir de entonces, empiezan a vagar sin rumbo y el temor empieza apoderarse de ellos hasta que un barco de la marina italiana los rescata y los lleva a la ciudad de Messina, en la isla de Sicilia.
Uno de los que arribaron a Messina, era un chico de 15 años que viajaba solo. Podría tratarse de uno de los 25.000 mil menores no acompañados que ese año llegaron a las costas italianas, pero no, se trataba de Musa Juwara, protagonista de una historia de superación parecida a la que vivió su, casualmente, compañero de equipo Godfred Donsah.
Nacido en la localidad de Tujereng, un pueblecito en las costa de Gambia que vive del escaso turismo extranjero que recibe, Juwara tuvo que despedirse siendo un adolescente de sus padres, profesores locales, y de su hermano mayor, quienes, con todo lo que ahorró trabajando en el campo, lo envió hacia Europa en busca de un futuro mejor.
Tras salir del país que ha tenido como máximo exponente a la otrora figura del Sevilla Fútbol Club, Biri Biri, recientemente fallecido, Musa Juwara recorrió kilómetros y kilómetros por Senegal, Mali, Burkina Faso y Níger hasta llegar a las aguas del Mediterráneo que bañaban la costa de Libia.
Una vez que llegó a suelo italiano, las autoridades del país transalpino le enviaron a un centro de acogida de la localidad de Ruoti, en la provincia sureña de Potenza, donde el joven Musa se relacionaría con el resto de menores refugiados utilizando los pies y un balón. Mientras usaba la pelota como vía de escape a la dura situación de estar en un país extranjero rodeado de extraños, Vitantonio Summa, entrenador del Virtus Avigliano, lo descubrió y vio el enorme potencia del joven gambiano, tanto que no dudó en incluirlo en su equipo y acogerlo en su casa como tutor legal.
En su nuevo hogar, fue mejorando su nivel de italiano, su aclimatación social y, sobre todo su fútbol, llevando al Virtus Avigliano a ganar el campeonato juvenil de la región de Basilicata siendo uno de los máximos goleadores del torneo. A partir de ahí, Juwara empezó a despertar el interés de diversos equipos de la talla de Juventus, Inter de Milán o Nápoles, pero sin embargo fue el Chievo Verona quien se hizo con sus servicios y que rápidamente lo integró en su equipo juvenil para pasarlo, pocos meses después, al Primavera, el filial del conjunto veronés.
En el ‘B’ del Chievo pronto se convirtió en titular indiscutible tanto como Lorenzo D’Anna, como con los entrenadores que le sucedieron Luca Prina o Paolo Madelli, y como recompensa al buen trabajo desarrollado en el filial, le llegó la oportunidad de debutar en la Serie A con el primer equipo en la última jornada de la campaña 2018/19 ante el Frosinone.
Para la siguiente campaña el joven Musa estaba preparado para formar parte del primer plantel del Chievo pero el Bolonia tenía otros planes. El equipo de Emilia-Romaña puso sobre la mesa medio millón de euros y el gambiano arribó a un nuevo club en búsqueda de seguir avanzando en su meteórica carrera futbolística.
Y vaya si avanzó. A pesar de ser fichado para el Primavera, los siete goles que marcó en las ocho primeras jornadas del campeonato no los pasó por alto el serbio Sinisa Mihaljovic, técnico ‘rossoblú’, quien lo mandó a entrenar con el primer equipo haciéndolo debutar el pasado 4 diciembre en un partido de la Coppa d’Italia ante el Udinese.
A partir de entonces, el gambiano se convirtió en nun habitual en el banquillo del Bolonia y Mihaijlovic le dio algunos minutos en partidos ligueros ante la Roma, el Genoa y de nuevo contra el Udinese hasta que la pandemia del coronavirus golpeó con fuerza al país italiano y se tuvo que paralizar la Serie A.
Pero para una persona que había cruzado todo el Sáhara y que estaba consiguiendo su sueño, un virus no iba a ser lo que le iba a parar y cuando se reanudó la competición, Juwara estaba en una forma física formidable y presto para estar listo si Mihajlovic precisaba de sus servicios, algo que hizo muy pronto en el partido ante la Juventus.
Héroe en San Siro
Y llegó el día en que el inmigrante que llegó a las costas italianas en una patera se convirtió en un héroe. Fue el 5 de julio y el Bolonia rendía visita a San Siro para jugar contra un Inter de Milán de Antonio Conte que se encontraba intratable. El joven Musa partía, como de costumbre, en el banquillo y no tenía esperanza alguna de jugar siendo conocedor de que no había disputado ni un solo minuto en los dos partidos anteriores.
Pero había pasado una hora desde que comenzó a correr el balón en San Siro y el Bolonia no reaccionaba ante un conjunto interista que ganaba por uno a cero y amenazaba con hacer el segundo gol y ampliar la ventaja por lo que Mihajlovic tiró de Juwara en busca de una solución. Y la encontró.
Al joven gambiano sólo le faltó nueve minutos para hacer el empate. En una de sus incursiones ofensivas se hizo con un balón sin dueño en el balcón del área interista para enganchar un potente zurdazo que doblegó los guantes de Samir Handanovic antes de dejar la pelota al fondo de la red. Poco después, su tocayo y compatriota Musa Barrow hizo el definitivo 1-2 que culminó la remontada.
Se cumplió así el sueño de Musa Juwara, el de marcar un gol en la Serie, que además sirvió para lograr una histórica victoria en San Siro, haciendo felices no sólo a los seguidores del Bolonia sino a los más de 30.000 refugiados gambianos que viven en Italia actualmente a donde huyeron del represivo régimen del dictador Yahya Jammeh, quien fue depuesto hace tres años, y sirviendo como esperanza a la multitud de niños africanos que sueñan con llevar su fútbol a Europa y lograr una vida mejor para ellos y los suyos.