“Debido a sus grandes logros, Pepe había sido desde el principio nuestro candidato número uno”, pronunciaba Richard Garlick, director técnico y deportivo del West Bromwich Albion, durante la presentación del nuevo inquilino de su banquillo. Y, hasta la fecha, no se arrepiente de ello. El hecho de que Pepe Mel es un gran entrenador no pasa desapercibido a nadie. Y en Sevilla aún menos. El técnico madrileño, desde que desembarcó en The Hawthorns, dispuesto a llevar las riendas de un West Brom a la deriva y sin rumbo fijo, no ha sabido sino darle alegrías a la parroquia ‘baggie’.
Después de que Steve Clarke dejase a la escuadra de West Midlands abocada a los confines del descenso, el que fuera buque insignia del Betis se aventuró en una ardua tarea, similar a la que tuvo que jugar en el Betis (varias veces): salvar al equipo. No lo iba a tener fácil en absoluto. Y menos cuando, nada más llegar, veía como el mejor ariete del WBA, el irlandés Shane Long, hacía las maletas y se marchaba a un rival directo, el Hull City. Esto, unido a la suspensión que recayó sobre otra de las figuras ‘baggies’, Nicolas Anelka, dejó al nuevo equipo de Mel en cuadro para afrontar una dura segunda vuelta.
No obstante, el carisma, el buen hacer y el trabajo que caracteriza la labor que Pepe Mel inculca a sus equipos, pronto dio resultado en el West Bromwich. Normalmente, y esto en Sevilla es bien conocido, cuando llega un nuevo técnico que tras cinco jornadas, un mes o llámese como quiera no ha conseguido ni una sola victoria, una sonora pitada es el mejor regalo que podría llevarse a casa. Sin embargo, el madrileño ha sabido meterse en el bolsillo a toda la grada de The Hawthorns, que cada encuentro canta al unísono el que se ha convertido en el himno del técnico español en la Premier League: “Olé, olé, olé, olé, Pepe, Pepe”. Como si el eco del “Pepe Mel, Pepe Mel, Pepe Mel” hubiera traspasado las fronteras sevillanas del Benito Villamarín y se hubiese afincado en el sentimiento de cada aficionado ‘baggie’.
Y es que, en cinco partidos, el que fuera preparador del Betis y, anteriormente, del Rayo, tan sólo ha conseguido añadir tres puntos al casillero del WBA. Pero, yendo más allá, ha caído derrotado en dos lances importantísimos, como son ante el Aston Villa, donde el conjunto blanquiazul se ‘dejó’ remontar un 0-2, y, para más inri, contra el Crystal Palace, otro de los equipos metidos en la lucha del descenso. Aún así, y contra pronóstico, los tres puntos que Pepe Mel le ha regalado a la afición ‘albion’ han sido contra tres rivales de los llamados grandes. En su estreno en el banquillo del WBA, el madrileño sacó un peleado empate ante la revelación de la temporada, el Everton del otro español, Roberto Martínez. Posteriormente, el potente Liverpool de Luis Suárez, Sturridge, Steven Gerrard y compañía sucumbieron ante el juego de los de Mel y gracias a un gran Víctor Anichebe. Un Anichebe que se volvería a colgar la medalla de salvador, el pasado martes, cuando anotó, casi sobre la bocina, el gol que ponía las tablas frente al Chelsea. Un nuevo ejemplo de que Mel le tiene tomada la medida a Mourinho, pues el luso ha caído en dos de sus últimos tres enfrentamientos con el técnico español.
Estos terrenos fangosos son en los que mejor se sabe mover Pepe Mel. Coge equipos perdidos, sin saber a qué juegan, difíciles de llevar y de guiarlos a la victoria y los convierte en conjuntos guerrilleros, correosos, que llegan a hacer un fútbol atractivo e, incluso, a la larga, hace que peleen por otros objetivos bien distintos. Si la paciencia de The Hawthrons y del club inglés no es de mecha corta, más de uno pondría la mano sobre el fuego a la hora de afirmar hasta dónde estaría dispuesto a llegar el entrenador español a los mandos del West Bromwich Albion.