Crisis. Esa es la palabra con la que actualmente muchos entendidos y aficionados del deporte rey están calificando la actual situación por la que pasa el Sevilla. Colista de la Liga y sin haber conocido la victoria, el equipo de Unai Emery parece una sombra de lo que algún día fue, sin embargo quizá sea exagerado volver a usar un término (un tanto sobre-utilizado en esto del fútbol) cuando solo se han jugado cinco jornadas de Liga. Es cierto que tampoco hay que esperar que pase media temporada para tomar algunas decisiones, pero la entidad nervionense ha demostrado, y por mucho, que tiene casta y coraje como para levantarse ante situaciones adversas, solo queda que vuelva a recuperar la fe en sí misma.
Al convertirse en campeón de la Europa League por cuarta vez consecutiva (récord histórico) el curso pasado, el conjunto andaluz se clasificaba automáticamente para jugar este año la Champions. Así, la ilusión en la entidad presidida por José Castro era máxima. Se remodeló el campo y se subieron los abonos atendiendo a la lógica de que los partidos que iban a ver los sevillistas eran de mayor caché. Una renovación que ha llegado hasta los propios lemas que revisten el Sánchez Pizjuán. Esto no tendría nada de malo si uno de ellos no fuera un poco presuntuoso: «Nervión no regala puntos». Una afirmación precipitada que no se está cumpliendo hasta el momento.
De hecho, la Bombonera de Nervión solo ha visto ganar una vez a su equipo desde que empezó la nueva temporada. Precisamente fue en un partido de Champions, el primero. Un tanto curioso ha sido el destino que ha querido ponerle un poco más difícil al Sevilla su paso por esta competición uniéndolo al llamado ‘grupo de la muerte’. Juventus y Manchester City están en él, además de un Borussia Mönchengladbach, que, a priori, parece el rival más débil y cuenta de ello puede ser la mencionada victoria (por 3-0).
Fue en ese partido en el que se vio un Sevilla más parecido a lo que esa plantilla tiene acostumbrado a su público. Algo más ordenado y con más ‘hambre’ por la victoria. Si bien dos de los tres goles llegaron de penalti (a los de Unai llegaron a pitarle hasta tres penas máximas). Pero aquella noche el sevillismo disfrutó como no lo había hecho desde que empezó este nuevo curso.
Cuando un equipo está pasando por una mala racha (mejor ese término que el de crisis por las connotaciones negativas que tiene) es difícil dar con la tecla que lo provoca y, mucho más, presionar un botón mágico que lo solucione todo de repente. Desde la afición, primero se culpó a Beto. Varias actuaciones desacertadas del portero supusieron quitarle la estela de ‘Santo’ que alguna vez le pusieron y más de uno pidió su cabeza. Ahora el portugués se ha lesionado y casi toda la responsabilidad se ha trasladado a Emery.
Hay que recordar que el vasco es la misma persona a la que los sevillistas querían besar los pies este verano tras conseguir esa cuarta Europa League, el mismo hombre por el que rogaron para que se quedara más tiempo en la entidad nervionense cuando ‘otras novias’ estaban acechándole. A su favor, se podría decir que ha sido un técnico capaz de crear un equipo unido y que ha sabido sacar el máximo partido de jugadores que estaban olvidados (Banega, por ejemplo). En detrimento, Unai a veces se bloquea en exceso cuando ve que su equipo no carbura; tarda demasiado en hacer cambios en el once que puedan llevar a otro tipo de movimientos y también parece empecinado en repetir determinados esquemas de juego que hasta ahora no han dado resultado (como el de colgar todos los balones hacia Llorente).
Con todo ello, tras la última derrota contra Las Palmas, el propio Emery señaló que pronto su equipo “volverá a tener el viento a favor”. Puede ser una afirmación o un deseo, pero está claro que es lo que ahora mismo necesita el Sevilla: una nueva victoria que lo reactive, un bálsamo que ayude a curar todas las inseguridades que se están mostrando.
El fútbol no es solo un deporte. En él influye mucho también el aspecto psicológico. Por eso quizá la afición debería ser un tanto menos exigente y apoyar más a los suyos cuando pasan por un mal momento. Por supuesto, esto cuesta. A todo el mundo le gusta ver ganar a su equipo, y más, cuando este ha brindado grandes noches como por ejemplo la del partido contra el Barcelona en la Supercopa de Europa. Ese es el Sevilla que todos quieren volver a ver. El equipo de la casta y el coraje. El equipo que no regala puntos. El equipo que nunca se rinde. Y es que, aunque las malas rachas acechen, la esencia debe perdurar.