Exjugador de fútbol profesional y actual entrenador, Pablo Alfaro formó parte del mejor Sevilla de la historia, donde llegó a ser un líder para la gran mayoría de los aficionados de este equipo, por sus galones, por su entrega y sobre todo por su gran trabajo como central. El apodado por algunos sectores del público como «Doctor Muerte» concede a La Paradinha una entrevista para hablar tanto del pasado como del presente.
Pregunta: ¿Recuerdas tu primer partido como entrenador?
Respuesta: Sí, las primeras veces casi siempre nos acordamos de todo. Fue un derbi con el Pontevedra en Segunda B, en un Celta B-Pontevedra, en el campo de Barreiro, donde juega el filial del Celta. Fue un partido de mucha rivalidad porque entre Celta y Pontevedra distan 22, 23 kilómetros e históricamente son dos equipos que se tienen mucha tirria. Además, conseguimos ganar 1-3, entonces la primera vez siempre te acuerdas y si ganas pues más todavía.
P: ¿Tienes tu estilo propio o te gustaría ser como algún entrenador en especial?
R: Yo soy de los que piensa que la principal cualidad que debe tener un entrenador es la capacidad de saber adaptarse a los jugadores que tienes, al club en el que estás, a los medios con los que cuentas… y a partir de ahí desarrollar una labor. Una idea general tenemos todos, pero los proyectos que nos venden en la gran prensa y los grandes clubes que tienen la capacidad de poder elegir jugadores, de poder ir al mercado con garantías, de poder
desarrollar un estilo… eso en la realidad no suele ser tan fácil porque uno llega a lo mejor a mitad de una temporada, porque hay una plantilla que está conformada y hay poco margen de maniobra. Lo principal es adaptarte y hacerlo rápido.
P: ¿Tu principal intención es transmitir esa casta y coraje que empleabas cuando eras jugador?
R: Intentas transmitir todo lo bueno que crees que tenías. A mí me gustan muchos los equipos que transmiten
en el campo, que cuando los ves jugar te transmiten esa ilusión por ganar, ese hambre por ir a por resultado, por ir a por los rivales, por ser capaz de presionarlos arriba, e intentar tener el balón pero no por tenerlo, si no para hacerle daño al rival. En definitiva, que sean agresivos con balón y sin balón y que sea un equipo de eso que cuando la gente vaya al campo quede medianamente satisfecha aunque el día no haya sido bueno.
P: ¿Eres un entrenador nervioso o tranquilo en el banquillo?
R: Mitad y mitad. El león siempre lo llevas dentro y, muchas veces, es difícil de apaciguarlo; pero también pienso que un entrenador debe transmitir tranquilidad. Cuando has sido jugador, eres consciente de que hay momentos en un partido en los que una mirada al banquillo y observar que hay algún ‘ennortado’ que muchas veces no hace más que mover brazos y dar instrucciones y no las transmite bien, pues lógicamente no te dice nada, y hay momentos que tienes que estar más tranquilo, más pausado, darte cuenta de lo que sucede e intentar poner las soluciones desde fuera.
P: ¿Te ves como técnico del Sevilla?
R: Nunca se sabe, de momento tengo que aprender más todavía, adquirir más experiencia. No cabe duda que
el Sevilla es uno de los grandes del fútbol español y todos aspiramos a lo máximo.
P: ¿Qué es para ti lo mejor y lo peor del fútbol?
R: Lo mejor es tener la oportunidad, como decía Zubizarreta, de estar en el recreo hasta los 38 años. El día que Zubi se retiró en el Valencia, cuando pitó el árbitro el fin del partido, fue corriendo la cámara de televisión y cuando le preguntaron sobre lo que iba a pasa a partir de ese momento, él dijo “pues ahora se ha acabado el recreo”. Para nosotros, los futbolistas profesionales, es prácticamente lo mismo que hacíamos cuando tenías seis o siete años en el recreo, salir a jugar con la pelota. Luego, se va convirtiendo en tu profesión y tiene muchas más connotaciones,
pero la esencia sigue siendo esa, el juego, y poder trabajar hasta los treinta y tantos en lo que más te ha gustado desde niño.
Lo peor son situaciones, momentos, personas… que hay en el fútbol y en la vida, que muchas veces es mejor ni encontrarte. Pero con ellas la memoria selectiva hace que te olvides, lo bueno lo sobrepasa todo.
P: Has vivido un descenso con el Mérida y un ascenso con el Sevilla Fútbol Club ¿Qué se siente con cada uno de ellos?
R: Yo creo que la alegría de un ascenso es muy difícil de comparar. Te la compararía con la UEFA de Eindhoven, eso creo que desbordó absolutamente todo; pero el ascenso también lo vivimos muy profundamente porque es salir un poco del infierno de la categoría inferior. En este caso el Sevilla es un club que, por historia, no debería estar
nunca en segunda; las circunstancias y el mal hacer hizo que el equipo fuese allí y el conjunto que ascendió decían que era una plantilla que se había hecho con “veinte duros”, entonces vinimos una serie de jugadores en la cual se confiaba poco en ellos pero conseguimos hacer un bloque tan compacto e integrarnos tan bien que fue un año magnífico y se consiguió volver otra vez a nuestro sitio natural.
P: Además, has ganado varios títulos: Liga, Supercopa, Supercopa de Europa y una UEFA. ¿Cuál es el que más te ha gustado conseguir?
R: La UEFA de Eindhoven. Además, en mi caso tiene alguna connotación, porque después de seis temporadas
estando en el Sevilla, mi carrera deportiva la finalizo en el Racing de Santander. Y justo cuatro meses antes de Eindhoven yo me fui a Santander y entonces participé solo en la primera fase de la UEFA y me fui con Antoñito a la final y la experiencia fue fantástica, disfrutamos y lloramos como niños.
P: ¿Se siente más euforia ganando títulos o ascendiendo a Primera división?
R: Depende. Los ascensos son alegrías que e sacan de esa ‘pobreza’ de Segunda división. Yo imagino que ganar títulos con el Madrid y con el Barça esta muy bien, pero como cada año cae uno o dos no tiene tanta repercusión. Sin embargo, ganar títulos con equipos que no están tan acostumbrados tiene mucho más mérito.
P: ¿Cómo definirías tu etapa sevillista?
R: En el Sevilla, creo que no viví ni tres semanas malas seguidas, porque fue una época muy buena; momentos malos en este club no he tenido nunca. Considero a la ciudad de Sevilla como mi hogar. Para mí, personalmente, el Sevilla es el club en el que mas querido me he sentido, en el que más cariño he recibido, en donde más tiempo he estado y donde, al final uno ha echado raíces, y se ha quedado a vivir aquí. Aunque ahora la profesión de entrenador te va llevando de una ciudad a otra, siempre el campamento base lo tienes aquí, y es porque cada uno en la vida tenemos un lugar, un sitio, y posiblemente mi sitio está aquí porque mi mujer es sevillana, dos de mis hijos han nacido aquí, te has integrado, la gente no se olvidan de ti, te siguen mostrando cariño por la calle, y eso te va alimentando y hace que te sientas un poquito en deuda.
P: ¿Cuál es el derbi que más te ha gustado como jugador?
R: Reconozco que me gustaba más jugar los derbis en el Villamarín que en el Pizjuán. Me motivaba más. Salir ahí a la jaula, como los leones. En el Pizjuán era una pasada, pero jugarlos en terreno bético siempre era un poco como la película de 300: salir contra todo y dar la cara. Hubo uno que fue cuando las relaciones entre los clubes estaban muy distantes, cuando Lopera no dejó entrar a ni un sevillista y eso era todavía estar más en la jaula metido y conseguimos ganar 0-1 con gol de Marcos Vales, y luego el recibimiento en el Pizjuán fue apoteósico.
P: Te apodaron el “Doctor Terror” por una entrada que le hiciste a Capi en un derbi ¿Qué se te pasó por la cabeza cuando te expulsaron?
R: Cuando iba andando hacía fuera se me paso por la cabeza que la había cagado, fue una entrada desproporcionada en el momento en el que uno tiene un instante de enajenación. Luego, cuando la ves en la televisión, dices no es una roja, son cuatro seguidas (risas). Gracias a Dios que a Capi no le pasó nada y a partir ahí forjamos un buena relación entre los dos. Además, fue un derbi que se ganó 1-3, entonces endulzó ese amargor que uno tenía dentro.
P: Antonio Puerta…
R: Solo puedo decir cosas agradables de él, que nos saquen una sonrisa porque el era así y a mí me gusta recordar a la gente por como era. Estaba empezando a ser futbolista, estaba disfrutando y llegó a debutar con la selección nacional, era un proyecto de futbolista muy importante.
Nueve dardos
Un equipo: Sevilla Fútbol Club
Un excompañero: Varios. Xavi Aguado, Javi Navarro, Marti…
Un jugador: Frederic Kanouté
Una manía como jugador: Santiguarme antes de empezar los partidos
Y como entrenador: La misma
Un tipo de alineación: Depende del partido
Una palabra que te defina: Compromiso y pasión
Una afición: La del Sevilla
Un cántico: El himno del Arrebato ha tenido mucha repercusión pero, “Pablo Alfaro, es nuestro líder…” a mí me toca la fibra.