El fútbol argentino sigue dando que hablar y escribir, ya no sólo por los 30 equipos o por el desparejo nivel que está demostrando. También, como ocurría cuando los torneos eran cortos, lo hace con la destitución de técnicos. En nueve jornadas ya se fueron por distintos motivos nada menos que cinco. A Reinaldo Merlo tras la primera jornada en Colón de Santa Fe, posteriormente Omar Labruna en Nueva Chicago, Roberto Sensini en Atlético Rafaela y Walter Perazzo en Olimpo de Bahía Blanca, y ya se agregó el 14 de abril otro gran nombre y hombre. A pesar de los buenos números y actuaciones, Mauricio Pellegrino ha sido injustamente despedido de Estudiantes de La Plata.
Después de haber ganado quince títulos como jugador, seis en Europa, el exdefensa central izquierdo de Vélez Sársfield, la selección argentina Sub 20, Barcelona, Valencia, Liverpool y Alavés se hizo recientemente un interesante entrenador, primero en la cantera del Valencia y luego como segundo, de nada menos, que de Rafael Benítez, con quien también trabajó en el Inter de Milán llegando a octavos de final de la Liga de Campeones y siendo campeón del mundo de clubes en 2010. Más tarde comenzó como primer entrenador valencianista, donde sólo pudo estar menos de un año. Pero su bien ganado prestigio lo envió a que Estudiantes de La Plata se fijara en él, un caso no muy acostumbrado en Argentina, el de fichar un experto del exterior, para reemplazar a Diego Cagna en 2013. Y además como primera opción. Así fue contratado el 5 de abril y desde entonces realizó campañas medianas pero buenas para un club de la envergadura del “pincharratas”, a quien llevó al tercer lugar en el Torneo Final 2014, el primero del año pasado. Pero aparte le otorgó la impronta europea en muchos aspectos: futbolístico, organizativo, perfil bajo, potenciación de jugadores no tan importantes en su momento, como el caso del excelente delantero Guido Carrillo. Y venía haciendo una gran campaña en la durísima Copa Libertadores 2015, con una sola derrota en cinco partidos y posibilidades claras de clasificarse a los octavos de final.
Entonces, en un mundo futbolístico normal, cualquiera no dudaría de dejarlo trabajar tranquilo. Pero como pasó en España pasó también en Argentina: los resultados mandan, un pensamiento que hay que desterrar ya del fútbol, y tras nueve partidos del campeonato nacional, tres triunfos, dos empates, cuatro derrotas, once puntos (a diez de los líderes) y en el puesto decimosexto de 30 equipos, todo eso se tomó como un pecado mortal para la directiva ahora encabezada por Juan Sebastián Verón, que a pesar de todos sus antecedentes y su buen trabajo (que es lo que debería contar) lo terminó despidiendo y reemplazando por Gabriel Milito, exdefensa central de Independiente, Barcelona, la selección argentina y reciente coordinador de la cantera roja, pero sin experiencia en Primera División. Y eso que Estudiantes está tercero a un punto del Nacional de Medellín colombiano y el Libertad paraguayo en el Grupo 7 de la Copa Libertadores, faltando visitar al casi eliminado Barcelona de Guayaquil. Y eso que el dibujado torneo de 30 equipos es largo, da ‘chances’ de recuperación a los equipos y no pone presión a los técnicos, el gran argumento de su creación. Y eso que Pellegrino demostró su jerarquía más allá de una victoria, un empate o una derrota, un gol más o un gol menos, fuera tercero como en el Torneo Final 2014 o decimoquinto como en el Torneo Inicial 2013, cuando llegó.
Nada cuenta, nada sirve, todo por la borda, lo mismo que muchos otros entrenadores incluso ídolos en sus clubes, como Merlo en Racing en su momento. Muy probablemente todo influido por una directiva que se deja llevar por una prensa impiadosa, que hasta sugiere que Rodolfo Arruabarrena, el de Boca, líder del campeonato y en octavos de final de la Copa, podría irse si pierde en mayo el ‘superclásico’ con River Plate. Si eso es así, no podríamos esperar que un grande en todos los sentidos como es el ‘Flaco’ Pellegrino se quede en un club grande pero de menos prensa como Estudiantes. Seguramente, Mauricio Pellegrino , el de las hazañas con Vélez y Valencia, tendrá rápido otra oportunidad. Pero habrá que esperar que esta injusticia, este verdadero desperdicio, no vuelva a ser parte de su brillante carrera como entrenador.