Dos temporadas y media le han bastado a Gonzalo Higuaín para meterse en el TOP 10 de goleadores históricos del Nápoles. Con los dos goles del sábado ante el Sassuolo, el ‘Pipita’ que redondeaban la cuarta victoria consecutiva del líder de la Serie A, se va ya hasta los 75 tantos en los noventa partidos en los que ha vestido la camiseta celeste. Higuaín se encuentra a tan sólo dos goles de Giuseppe Savoldi, al que no tardará en adelantar en una lista en la que figuran nombres iluestres como Marek Hamsik, Careca, José Altafini o Edinson Cavani y que encabeza el más grande, Diego Armando Maradona con los 115 goles que llevaron el delirio a San Paolo en la mejor época del conjunto partenopeo.
Y es que parece que Higuaín, por fin, ha encontrado su sitio en Nápoles en un equipo donde se siente el líder y con un técnico, Maurizio Sarri que le ha dado toda la confianza que no tuvo en otros sitios y el delantero argentino ha explotado definitivamente. A sus 28 años está en plena madurez futbolística y sus 20 goles en otros tantos partidos en la máxima división de Italia le han convertido en el máximo goleador y quizás en el mejor jugador del campeonato y ha llevado a su equipo a liderar la tabla. Desde la gloriosa época de Maradona, Careca y Alemão no se veía en Nápoles la posibilidad de ganar el ‘Scudetto’ tan cercana.
Gonzalo siempre ha sido el ‘patito feo’ allí donde ha estado desde que Baldini lo reclutó en diciembre de 2006 para el Real Madrid. Nacido en Brest (Francia), Higuaín vivió desde muy pequeño en Argentina y River Plate lo captó para su Academia a los diez años cuando ya despuntaba en el Club Palermo. En la Banda Sangre sólo le bastaron 28 partidos para llamar la atención de los grandes clubes europeos y con 19 años cruzaba el charco para enrolarse en el poyecto madridista de Capello camino de ganar una de las ligas más increíbles que se recuerdan, ‘Tamudazo’ mediante. Sin embargo en el Real Madrid nunca llegó a ser considerado imprescindible y siempre vivía a la sombra de otros delanteros como Van Nistelrooy, Benzema o Cristiano Ronaldo y el mote de «igualín» corría como la pólvora entre un amplio sector de la afición merengue. Bien es cierto que, aunque marcó goles importantes como el que le dio una Liga al Madrid en El Sadar, le penalizó mucho su escasa producción ante el Barcelona y, sobre todo, en Champions donde sólo logró ocho goles en sus siete temporadas de blanco.
Caso similar le ocurre en la selección argentina donde siempre ha vivido a la sombra de estrellas como Messi, Di María o Agüero a pesar de que su promedio de 0,5 goles por partido con la albiceleste sea para tener en cuenta. Pero otra vez sus fallos en las finales del Mundial y de la Copa América borran todo lo bueno que ha hecho con la camiseta de su país.
Parecía que en Nápoles la historia se iba a repetir, pues llegó como fichaje estrella para suplir la marcha del ídolo Cavani a París y, otra vez sus errores, estuvieron a punto de truncarle su éxito. El penalti marrado ante la Lazio en la última jornada de la temporada pasada, que privó a su equipo de la previa de Champions, redondeó un mes de mayo fatídico para el jugador tras fallar ocasiones clamorosas en la vuelta de la semifinales de la Europa League ante el Dnipro que impidieron al Nápoles volver a una final continental 26 años después de que Maradona levantara al cielo de Stuttgart el único título europeo del Club. Sin embargo, en un equipo con menos exigencia como el Nápoles, la afición le dio una segunda oportunidad e Higuaín la ha aprovechado. En paralelo al mal inicio de la Juventus, el argentino se ha echado el equipo a sus espaldas y a base de goles está haciendo soñar a los ‘tiffosi’. Pasado el ecuador del campeonato, el Nápoles se lo cree y domina la Serie A con paso firme a lomos del Pipita, a quien el apodo se le empieza a quedar pequeño.