Ocho jornadas han tenido que pasar para que hayan aparecido los primeros técnicos en ser cesados esta temporada, algo que no supone un récord porque ha habido temporada que se ha ‘dado la patada’ a los entrenadores mucho antes como a Juande Ramos en el Espanyol (jornada 5 de la 03/04) o el argentino Mario Gómez en el Mallorca (jornada 2 de la 99/00) por citar algunos ejemplos. Y en este caso no ha sido un entrenador que ha engrosado la lista del paro sino dos: Albert Ferrer y José Luis Mendilibar.
Los dos técnicos destituidos dirigían a equipos, Córdoba y Levante, que tenían el mismo objetivo en la Liga, la permanencia. Evidentemente ambos equipos partían de diferente circunstancia, si por un lado el equipo califal acaba de ascender a Primera División y contaba con el entrenador que consiguió la gesta, por otro el cuadro granota estrenaba nuevo entrenador, con el objetivo siguiera la senda de trabajo bien hecho que dejó Joaquín Caparrós.
Las circunstancias de partida son diferentes, pero en el trascurso de su etapa hacia su objetivo, ambos equipos han incurrido el mismo error, una mala planificación deportiva. Para competir en la Liga BBVA se debe tener una plantilla de cierto nivel y lo más compensada posible, en cuanto falla eso, ya se le está poniendo el primer gran hándicap al entrenador encargado de gestionar el equipo.
Con respecto al Córdoba, a simple vista, parece que una plantilla que a duras penas consigue un séptimo puesto en Segunda y logra la última plaza de los play-offs de ascenso, no tenga un nivel óptimo para competir en la máxima categoría del fútbol español. Jugadores que ya vienen de vuelta como Iago Bouzón, Abel Gómez o Raúl Bravo, pueden verse superados en varias coyunturas. En cuanto a la parcela de los fichajes, en la parte de atrás (sin duda la zona más vulnerable del cuadro blanquiverde) no se ha reforzado como debiera y jugadores como Pantic o Crespo ya han demostrado sus limitaciones, no así en la vanguardia, donde se han incorporado jugadores interesantes que pueden marcar la diferencia como Havenaar (que no está teniendo suerte), Rossi, Ryder Matos, Ghilas y especialmente Cartabia. En definitiva, lo que generas en ataque lo pierdes en defensa.
Centrándonos en el Levante, es importante decir que la adaptación de un nuevo entrenador a una plantilla es un factor determinante, pero sin duda, también lo es haber tenido errores en la planificación deportiva. En el conjunto levantinista un sólo error ha sido determinante: la incorrecta sustitución de un jugador que fue clave para la permanencia, el guardameta Keylor Navas. Tanto Jesús como Mariño distan enormemente del arquero costarricense, y el primero, por el que se ha apostado como titular, parece que no tiene suficiente rodaje para jugar en la Liga BBVA. A esto se le ha unido a que los granotas siguen teniendo problemas de cara a portería (la pasada campaña ocuparon el décimosexto puesto en goles anotados con sólo 35) y el fichaje del brasileño Rafael Martins parece no resolver esas carencias. Por tanto, se junta «el hambre con las ganas de comer».
Es comprensible que la situación económicas de los clubes modestos de Primera División es bastante complicada y tienen que confeccionar plantillas a tenor de los pocos recursos disponibles, por tanto toda crítica a la gestión deportiva, se puede matizar. Sin embargo, si los gestores de los clubes son conscientes de las limitaciones deportivas que arrastran, debían ser más pacientes (por no decir benévolos) con los entrenadores, pues ya se ha visto que con recursos de menor bagaje es más difícil dar con la tecla. Ahí sí que debe caer la crítica con todas las de la ley.