El nuevo Valencia de Peter Lim ya ha experimentado su primer sinsabor el pasado martes al caer eliminado de la Copa del Rey. Muchos apelan a que por plantilla, por inversión, por no tener que jugar Europa y por supuesto por historia, esta eliminación a manos del Espanyol supone un auténtico fracaso, el primero desde que Nuno lleva las riendas, ¿pero realmente lo es?.
Para responder a esa pregunta hay que sopesar separadamente varios aspectos. Primero, que el Espanyol es un equipo de Primera División y que si a priori es de menor calado que el Valencia, tiene sus armas para poder competir y eliminar perfectamente. Uno de los mejores porteros de la Liga, Kiko Casilla, gente con casta y criterio como Colotto y Héctor Moreno, perros viejos como Sergio García o Salva Sevilla y jugadores con la calidad para resolver un partido como Felipe Caicedo. Por lo que jugar con el Espanyol está a años luz de jugar contra un equipo de Segunda, y el Sevilla debería tomar nota también.
Pero el aspecto más importante es la profunda renovación del cuadro valencianista, pues no sólo tiene a un entrenador nuevo sino que su plantilla ha sido sustancialmente remozada. Nuno ha demostrado su buen hacer gestionando al Río Ave y conoce la liga de nuestro país gracias a su experiencia como futbolista, pero en gestionar un plantel de calidad con rutilantes estrellas como Feghouli, Otamendi o Negredo es algo nuevo para él y pese a que progresa adecuadamente en la dirección del conjunto che aún es normal que tenga sus pequeños patinazos como la eliminación de Copa o la derrota en La Coruña. Siguiendo esa estela, este curso el Valencia ha hecho varias incorporaciones de jugadores llamados a ser importantes como los ya citados Otamendi, Negredo además de Mustafi, Rodrigo, André Gomes y más recientemente Enzo Pérez que tienen que adaptarse a su nuevo equipo (no hace falta decir que depende del futbolista, el proceso de aclimatación puede variar) hasta poder engranar con las otras piezas importantes del equipo como Parejo, Piatti o Alcácer. De esta manera sólo a final de temporada podemos dilucidar si este equipo ha funcionado o no a raíz de las muchas caras nuevas que posee.
Pero nunca hay que olvidar el aspecto de la afición. Los seguidores valencianistas ya no cantan el ‘Amunt Valencia’ con el entusiasmo hacia un club sino que lo hacen con una presión hacia unos jugadores a quienes les exigen estar entre los mejores, fruto de la costumbre que les inculcó los buenos años de Cúper y Benítez, por lo que olvidan la tortuosa situación institucional del club, que tras la llegada de Peter Lim parece subsanarse, que pedía apoyo social, no presión exhaustiva.
Una vez repasado estos aspectos, aseverar que la eliminación del Valencia en Copa del Rey es un fracaso no está tan claro. Sobre todo porque cada individuo tiene un concepto distinto con respecto al fracaso y ante un tema tan subjetivo, es propicio usar la ‘coletilla’ de Ana Pastor: «Estos son los datos, suyas son las conclusiones».