La aparición de Martin Ødegaard, el joven y habilidoso zurdo que con tan sólo quince años debutó en la liga profesional de Noruega con el Strømsgodset además de vestir la camiseta absoluta de su país y que un año más tarde fiche por un gigante futbolístico como el Real Madrid, donde pese a ser jugador del filial va a cobrar más que hombres como Chicharito, recuerda a otros futbolistas que a edad temprana atesoraban mucha calidad y prometían ser grandes figuras del fútbol, pero que a la hora de la verdad han terminado siendo ‘juguetes rotos’.
Por todo lo que ha generado mediáticamente, el caso Odegaard evoca principalmente a la figura de Freddy Adu. El estadounidense de origen ghanés deslumbró al mundo con su calidad y determinación de cara a portería cuando apenas contaba con trece años y participaba en un torneo de infantiles dentro del programa americano de desarrollo olímpico. Rápidamente equipos como el Manchester United, Barcelona o Chelsea se interesaron en sus servicios, pero la familia del joven Adu prefirió que se iniciara en el ‘soccer’ de su país y firmó por el D.C. United donde debutaría en la MLS con catorce años, convertiéndose en el deportista más joven en debutar en una ‘Major’ (gran liga americana), desbancando a Joe Nuxhall, que en 1944 disputó su primer partido de la MLB con quince primaveras.
Tras una progresión satisfactoria en el conjunto capitalino, Adu firmaría por el Real Salt Lake antes de dar el gran salto a Europa, concretamente al Benfica. Muchos se esperaban que en el club lisboeta obtendría la experiencia necesaria para dar el salto a un equipo más grande (a lo estilo Di María), pero todo fue el contrario, pues ahí comenzó el declive de Adu. Con los encarnados apenas jugaría once partido (en los que haría dos goles) y al salir de Da Luz se llevaría tres años saltando de equipo (Mónaco, Os Belenenese y Aris Salónica) en los que sólo jugaría diecisiete partidos y anotaría un gol. Tras ese bagaje el joven norteamericano se vio sin equipo y tuvo que probar en un ‘segunda’ alemán el Ingolstadt durante un stage en Turquía, que no terminó contratándolo pero si un club turco, el Rizespor, donde haría tres goles en once partidos.
Cansado de Europa, la MLS vino a rescatarlo e hizo una temporada y media más o menos correcta en el Philadelphia Union, pero su ambición le llevó de nuevo al extranjero, al firmar por el Bahía brasileño donde pasó con más pena que gloria, al igual que en su siguiente equipo, el Jagodina serbio. Ahora, con tan solo 25 años, Adu, se encuentra por séptima vez en su carrera sin equipo y con el estigma de ‘eterna promesa’.
Otro caso notable es el de Keirrison de Souza Carneiro, o simplemente Keirrison, uno de los fichajes más desastrosos de la historia del Barcelona. Tras un gran comienzo en el Coritiba y en el Palmeiras (33 goles en 50 partidos), el club azulgrana se hizo con los servicios de este delantero brasileño por la cantidad de catorce millones de euros que al encontrarse ante una pléyade de estrellas como Messi, Ibrahimovic o Henry que le cortaban el paso tuvo que salir cedido para ganar experiencia, para luego regresar a Can Barça.
Sin embargo, el atacante brasileño no llegó nunca a disputar un partido con el Barcelona, y encadenó cesión tras cesión. Del Benfica a la Fiorentina, para luego decir adiós a Europa y pasar por Santos y Cruzeiro. En tres años había tenido un protagonismo residual en los equipos en los que había estado cedido, y el conjunto catalán no sabía hacer con una inversión de futuro que ya se elevaba a veinte millones de euros (los costes de salario y ficha), así que decidió cederlo gratis al club donde se inició, el Coritiba, los dos años que le restaban de contrato para así deshacerse de él de una vez por todas. El pasado verano terminó la vinculación contractual de Keirrison con el Barcelona y libre firmó con el Coritiba donde su futuro, como lo fue su pasado, no es nada esperanzador.
De brasileño a brasileño, pues otra perla que al final fue una bolita nacarada de bisutería, fue el mediapunta Kerlon. Tras brillar en el Sudamericano sub 17 de 2005 donde fue máximo goleador y mejor jugador del torneo, Kerlon evolucionó satisfactoriamente en el Cruzeiro. Al cumplir los veinte años, el Inter de Milán creyó que el autor del regate de ‘la foquinha’ ya estaba maduro y lo fichó por poco más de un millón de euros. En el cuadro neroazzurro correría la misma suerte que Keirrison en el Barcelona, no llegó a debutar como interista y se pasó todo su contrato cedido en varios equipos. Tras su ‘tourné’ donde había jugado sólo cinco partidos (cuatro en el Chievo Verona y uno en el Paraná) el futbolista ipatinguense recaló en el Fujieda de la cuarta división nipona donde no tuvo problemas para destacar pese a un lesión de rodillas. Desde enero del pasado 2014 pasa sus días en la paradisíaca isla de Barbados donde juega en un equipo local, el Weymouth Wales.
Europa también tiene su caso de gran promesa frustrada. Se trata del inglés John Bostock, que con quince años era el diamante bruto de la cantera del Crystal Palace y que llegó ser el ‘eagle’ más precoz en debutar, récord aún no superado. Poco le duró su joya por pulir al Palace pues en 2008 el Tottenham se hizo con él por 700 mil libras (casi un millon de euros) concretando un fichaje que causó mayores expectativas que cuando se firmó a Bale del Southampton un año antes. Tras un año en el filial de los ‘spurs’, Redknapp decidió que saliera cedido para sumar experiencia, y así se pasó todo su tiempo contractual con el Tottenham intercalando cesiones en equipos de Champioship e incluso de la MLS (Toronto FC) sin llegar nunca a cuajar. El año pasado desembarcó en el Amberes de la Segunda belga donde logró la titularidad y este curso, con 23 años recién cumplidos, ha pasado al Leuven (otro ‘segunda’ belga) donde está respondiendo a las mil maravillas. Aún hay esperanza para él.