Hubo un tiempo, no tan lejano, en que la práctica totalidad de entrenadores de la Premier inglesa eran británicos. El fútbol inglés se basaba en partidos ‘de ida y vuelta’, balones largos desde la defensa a los delanteros, atacantes potentes con capacidad de recibir y aguantar la pelota hasta la llegada de sus compañeros y medios expertos en las denominadas ‘segunda jugadas’ y con notable olfato de gol.
Pero esto está cambiando en los últimos años con la llegada de numerosos entrenadores no británicos: desde Arsène Wenger como pionero, pasando por los Benítez, Mourinho, Roberto Martínez, Van Gaal, Mancini, Pellegrini, Ancelotti y otros menos mediáticos, que han ido copando los banquillos de los equipos más relevantes de la Premier. Cada uno con su estilo, obviamente, pero con estilos de juego más elaborados, más tácticos, más estudiados, que el tradicional fútbol inglés (sin ánimo de menospreciar el tradicional fútbol inglés).
Llega en este contexto a la Premier League, Quique Sánchez Flores, un entrenador de los llamados de ‘verbo fácil’, es decir, un técnico que acostumbra bastante a huir de los tópicos y a aportar interesantes opiniones en las ruedas de prensa. Y lo hace en el Watford, un equipo recién ascendido de la Football League Championship y cuya primera aspiración debe ser mantenerse en la Premier.
Y a fe que, desde los despachos, se están poniendo los mimbres para ello. Cuando todavía no estamos ni a mitad de julio, el Watford ya ha incorporado, como fichajes más destacados, al defensa austríaco Prödl, procedente del Werder Bremen alemán, al lateral izquierdo griego José Holebas, procedente de la Roma, al mediocentro suizo de origen albano-kosovar Valon Behrami y, su incorporación más destacada y por la que ha desembolsado nueve millones de euros, el centrocampista francés Étienne Capoué que arriba procedente del Tottenham, donde no ha rendido a la altura de lo esperado. El propio Capoué, un portento físico con una notable calidad con el balón en los pies, debe ser la primera referencia del equipo, tanto a la hora de defender como a la hora de empezar a sacar el balón jugado desde atrás.
Volviendo a Quique Sánchez Flores, podríamos calificar como ‘peculiar’ su trayectoria como entrenador: buenas temporadas en Getafe (2005), Valencia (2006 y 2007, con un tercer y un cuarto puesto en la liga), Atlético de Madrid (una UEFA Europa League y una Supercopa de Europa volvieron a poner al equipo rojiblanco en el escaparate europeo) unidos a temporadas mediocres (Benfica 2008/09), espantadas tras pocas partidos (Getafe 2015, posiblemente, con la razón de su parte) y el cuasi-retiro dorado de los Emiratos Árabes entre 2011 y 2014.
Y, en el medio de todo esto, un punto de inflexión en su carrera como entrenador: el ‘divorcio futbolístico’ de su ‘exinseparable’ Fran Escribá. El hoy entrenador del Getafe (casualidades de la vida), venía siendo desde 2004 el segundo de Quique en los banquillos, hasta que en 2011 anunció su decisión de tener una carrera como primer técnico y, en consecuencia, romper el tándem que formaba con él.
Esto no pasaría de ser una pura anécdota si no fuese por la leyenda (real o no) que circula hace años en los entresijos del fútbol español: que Quique, dada su facilidad de palabra, era quien daba la cara ante la prensa como primer entrenador pero que todo el trabajo táctico era desarrollado por Fran Escribá.
La segunda parte de semejante afirmación ha quedado ampliamente demostrada en las tres temporadas de Escribá como ‘primer espada’ al frente del Elche: un ascenso de segunda a primera, dos permanencias sin mayores apuros y, sobre todo, un juego más que notable si nos atenemos a los recursos de que disponía.
La primera parte (si Quique Sánchez Flores es algo más que ‘la palabra’) la empezaremos a ver a partir de agosto en el Watford. Tras ‘separarse’ de Escribá y salvo su breve inciso en el Getafe la temporada pasada, Quique sólo ha entrenado en los Emiratos Árabes, hecho que dificulta notablemente tener elementos de juicio sobre su trabajo, tanto por la escasa competitividad de esa liga como por el desconocimiento que de la misma se tiene en España.
Mimbres, a tenor de lo visto, los va a tener; confianza, habrá que ir viendo cómo se desarrollan los acontecimientos. La familia italiana Pozzo, dueña del club (así como de Udinese y Granada), no suele tener demasiada paciencia en este aspecto, al contrario de lo que suele ser norma en el fútbol inglés; basta decir que el pasado año, temporada del ascenso, tuvieron cuatro entrenadores (cierto es que el español Óscar García abandonó por problemas médicos) y, concluida la temporada, no llegaron a un acuerdo para renovar al gran artífice del éxito, el técnico serbio Slavisa Jokanovic.
Si Quique disfruta de confianza y demuestra ser un gran estratega (pese a no contar con Fran Escribá) triunfará en Inglaterra. Independientemente del mayor o menor nivel de las ligas y los equipos en que se ha desempeñado, los resultados le avalan.