La elección de un entrenador siempre es clave para el futuro de un equipo de fútbol. Su estilo y modo de concebir el juego, resultados aparte, repercute en todos los estamentos de la institución: en la afición, en la directiva y, especialmente, en la cantera. En el Real Betis Balompié se necesita un nuevo líder tras las contrataciones y posteriores despidos de Gustavo Poyet y Víctor Sánchez del Amo, los cuales han fracasado. El elegido ha sido Quique Setién, un entrenador que apuesta por la posesión y el ataque como pilares básicos en su plan de vanguardia. La llegada del cántabro al banquillo supone un giro total en el perfil del técnico que debe liderar el proyecto verdiblanco. Su fichaje se ha acogido bien, como un soplo de aire fresco para una afición que, hastiada y triste por los años y temporadas de travesía por el desierto de su equipo, ve en el estilo de juego de su nuevo míster un salvoconducto al que agarrarse e ilusionarse para volver a soñar con éxitos pretéritos que comienzan a ser o verse casi utópicos.
La única alegría para esos seguidores del Heliópolis en esta campaña 2016/2017 que acaba de finalizar ha sido el regreso del filial a Segunda división B de la mano del gerenero José Juan Romero. Poco consuelo, realmente, ya que el objetivo no era otro que regresar a la ‘División de Bronce’. El deber cumplido no resta lo logrado que va más allá del ascenso, ya que muchos jóvenes jugadores han evolucionado y han madurado en Tercera, una categoría difícil, siendo el protagonista esencial, el pase y el balón. El equipo ha conectado, ha gustado y ha sido alabado por sus seguidores que han visto con muy buenos ojos ese juego ofensivo, de toque y atrevido del filial. Un estilo que muchos han añorado en el primer equipo durante los mandatos del uruguayo y del madrileño y que ahora, con Quique Setién, pueden ver sus aspiraciones colmadas.
La coherencia ha llegado, por fin, a la estructuras deportivas béticas. Quique Setién y José Juan Romero coinciden y comparten pensamientos a la hora de encarar el juego. El balón es el protagonista y las sinergias que se pueden dar entre los técnicos pueden ayudar a que el Real Betis aproveche más y mejor sus recursos de cantera. Una cuestión esencial para el crecimiento del club, el cual no puede competir en el mercado de fichajes contra otros con un mayor músculo financiero.
Los puntos en común entre los estilos de juego no son pocos. Más allá del sistema, parten los dos de un 4-3-3, a ambos les gusta comenzar el juego desde atrás, desde su área. En ese momento es muy importante la capacidad de los centrales para sacar el balón jugado. Los laterales permanecen totalmente abiertos, ofreciéndose para propiciar una salida. Estos laterales tienen la misión de llegar, continuamente, hasta la línea de fondo. Se convierten en carrileros ofensivos, extremos, una vía de ataque más. El mayor exponente de esta evolución es Rafa Navarro, formado por el propio José Juan Romero en Tercera, en el Gerena, y que hoy día es importante en el primer equipo. Junior, en la lado siniestro, puede y debe ser un jugador a tener en cuenta para el futuro verdiblanco, aunque bien es cierto que tiene que trabajar su fondo físico. El centrocampista defensivo también es esencial para la construcción del equipo. Se ofrece y otorga otra escapatoria más en la elaboración. César De la Hoz ha sido el puntal en esta posición en el Betis B. El siguiente nexo de unión en ideas es la movilidad y la capacidad de pase de los interiores y los mediapuntas. Éstos son los encargados de reflejar en el césped la idea de los técnicos. En el filial, Narváez e Hinojosa han sido los máximos exponentes. Jugadores móviles y con capacidad de creación capaces de adaptarse a lo que exige Setién. Finalmente, los atacantes. Dos móviles junto a otro más para fijar los centrales.
En definitiva, muchas coincidencias que hacen que el trasvase entre primer equipo y filial se pueda realizar de forma más habitual, siempre y cuando tengan el nivel para jugar en Primera, puesto que la posible adaptación sería bastante rápida ya que la mayoría de conceptos estarían adquiridos y trabajados.
El deporte es resultadista y el fútbol no es ajeno a esa premisa. Las victorias y los posteriores éxitos marcan el devenir de toda una institución pero antes de que eso llegue hay que construir, con coherencia, una base, una idea o un sello en el que el trasvase de cantera a primer equipo sea lo más rápido y fácil posible. El Real Betis Balompié, a priori, ha puesto los puentes necesarios para que sus jóvenes valores los crucen y sean importantes.