El 19 de agosto de 2006, la ciudad de Cádiz, y más concretamente el Estadio Ramón de Carranza, asistía al que iba a ser el último partido de Joaquín Sánchez con la camiseta del Real Betis Balompié. Se trataba de la final del trofeo veraniego por excelencia y se iba a despedir con una asistencia a Edu para el primer gol del encuentro y marcando el segundo con un impecable lanzamiento de libre directo.
Pocos días después se hacía oficial la marcha del extremo portuense al Valencia dejando al equipo entonces entrenado por Javier Irureta sin alma, sin ese estandarte que dirigía al equipo cuando las cosas se ponían feas de verdad, que arengaba a los suyos para luchar por la victoria. Siempre que volvía al Villamarín, ya fuera con el equipo ‘ché’, posteriormente con el Málaga y por último con la Fiorentina, hacía ver que era uno más del Betis, que nunca se había ido del equipo de su vida y la afición se lo recompensaba con sonoras ovaciones que encerraban un sueño unánime de la parroquia bética: pedían su vuelta más pronto que tarde.
Esta vuelta se consumó la semana pasada después de afrontar el conjunto verdiblanco un tira y afloja con el equipo ‘viola’ los días anteriores. Sin embargo, el extremo lo tenía claro: quería volver a casa, su corazón se lo decía, era el momento. En sus redes sociales lo demostraba. No quería jugar más en Florencia. Y el día 31, al filo de las ocho de la tarde se consumaba la noticia, Joaquín volvía al Betis.
Este hecho ha levantado la moral del beticismo, tan alicaída en los últimos años, que recupera ese timonel que perdió hace nueve años. 20.000 aficionados le esperaban en el Benito Villamarín para asistir a su presentación oficial. Algunos de ellos llegaron al estadio sobre las cinco de la tarde, casi cuatro horas antes de que el portuense saltara al verde del Villamarín con la camiseta de su equipo. Y ya no solo la presentación, sino que la misma tienda oficial recibió una marea de aficionados dispuestos a adquirir la zamarra del Betis con el nombre y el número (el 7) del portuense. Y también ha elevado el número de socios del conjunto heliopolitano hasta los 43.000. Todo un éxito su fichaje.
Sin embargo, el portuense tiene ante sí, y a sus 34 años, uno de los retos más importantes de su carrera. Viene con la vitola de líder de un equipo que tiene el reto de la permanencia después de superar un descenso traumático hace dos temporadas y un ascenso sufrido la pasada; viene con una afición que le espera como agua de mayo; viene también con una edad que ha levantado ciertas dudas en un sector del beticismo respecto a las prestaciones que pueda ofrecer al juego del Betis; a su llegada se le han puesto ciertas reticencias por lo que el club ha pagado por él y lo que cobrará en sus tres temporadas de contrato. Será el rendimiento el que despeje todas estas incógnitas y refrenden que Joaquín no ha venido a retirarse sino a sumar y aportar todas su cualidades.