Para muchos, en el mundo del fútbol un trabajo bien hecho se culmina con un título, pero nada más lejos de la realidad. Pocas celebraciones como aquellas que se dan tras una salvación, esas que ocurren después de un gol que te mantiene en la categoría cuando el descenso parecía inevitable. Quizá los clubes no contraten autobuses descapotables para que los jugadores paseen por la ciudad, pero sin duda, la sensación de conseguir ese milagro debe estar, como mínimo, tan cerca del éxtasis como la de levantar una copa. Salvaciones agónicas y épicas que se vivieron desde el Camp Nou hasta en Old Trafford.
Quién no recuerda aquel gol de Ferrán Corominas en Montjuic. Minuto 91, última jornada y el escurridizo delantero hizo enloquecer a todos los aficionados ‘pericos’. Aquel tanto con la zurda de ‘Coro’ a la Real Sociedad provocó una celebración de todo el españolismo, quizá mayor que la vivida 31 días antes con la consecución de la Copa del Rey de 2006, el último título blanquiazul hasta la fecha. Los jugadores y aficionados del Espanyol disfrutaron en pocos días de sensaciones muy parecidas con logros totalmente diferentes. Posiblemente, para ellos, fue como si hubiesen ganado dos títulos.
Esta es la magia del fútbol y la sintió bien de cerca Raúl Tamudo. La leyenda ‘perica’ vivió la salvación de su equipo con aquel gol de ‘Coro’ y seis años después sería él el encargado de hacer el gol del milagro. Las casualidades llevaron a que fuese el mismo día, un 13 de mayo, pero esta vez en 2012. Ahí vestía la camiseta del Rayo y el partido se disputaba en Vallecas. Era el minuto 91 y tras un tiro de Michu al larguero Tamudo, quien estaba en fuera de juego, empujó la pelota al fondo de la portería. Este gol, como no podía ser de otra manera, llevó el éxtasis absoluto a unas gradas vallecanas que no pararon de celebrar la salvación de su equipo.
Un gol de Salomão fue el que llevó la festividad a Coruña en 2015, aunque ellos no lo pudieron celebrar en su estadio. El Deportivo empató en el Camp Nou (2-2) tras empezar perdiendo por dos goles. El tanto del portugués en el minuto 77 dejaba a los blanquiazules un año más en Primera. Provocando en un histórico como el Dépor una alegría más propia de títulos o ascensos.
No con un gol, si no con las paradas de Sergio Asenjo y los remates al palo de los futbolistas del Betis celebró por todo lo alto el Valladolid su permanencia en 2009. Hasta cinco equipos se disputaban la última plaza del descenso y todos dependían de si mismos al haber un enfrentamiento directo entre béticos y pucelanos. El partido terminó 1-1 tras la gran actuación del guardameta palentino. El ‘título’ y la alegría de la salvación se fueron directos a Valladolid.
Otras historias de salvación son aún más poéticas, incluso de ciencia ficción, imposibles de ocurrir. Un verdadero milagro. El ejemplo más cercano es el del Zaragoza en 2012, llegó a estar a más de diez puntos de la salvación. En el último partido, y con Getafe invadido por la afición maña, un gol de Apoño de penalti en el minuto 57 (después marcaría Hélder Postiga el 0-2) llevaba el festejo y las lágrimas al equipo dirigido por Manolo Jiménez. Una salvación, que por milagrosa y agónica, se celebró más que un título. Algo parecido se vivió en la Premier, el West Ham United, desahuciado desde mitad de temporada ganó seis de los últimos ocho partidos, incluido el de la jornada 38 en Old Trafford, en el que les valía un empate, con un gol de Carlos Tévez. Cerrando así una de las mayores hazañas que se recuerda por las islas. Para no decir que fue el particular ‘título’ de los ‘hammers’.
Y para acabar, nos vamos a Alemania, el Hamburgo, el mítico ‘dinosaurio’, coqueteaba con su primer descenso a Bundesliga 2 cada año. Era 2015 y los hamburgueses se medían al Karlsruher en la ‘relegation’ (promoción). El partido de ida disputado en Hamburgo terminó 1-1 y en el de vuelta el choque comenzó 1-0. Pasaban los minutos y no llegaba el empate hasta que en el 91 se produjo una falta al borde del área. Rafael Van der Vaart, lanzador habitual, iba a ser el encargado del golpeo, pero Marcelo ‘Chelo’ Díaz le espetó: «Mañana, amigo, mañana», una frase con la que se llegaron a hacer camisetas y todo dado que el chileno golpeó el balón y puso el empate en el marcador. La afición visitante desplazada a Karlsruhe no paraba de festejar que habían forzado la prórroga. Y en el minuto 115 de ese tiempo extra la fiesta sería aún mayor con el tanto de Nicolai Muller. Los de Hamburgo se quedaban un año más en Bundesliga aunque si bien terminarían descendiendo años después. La celebración fue tal que ‘Chelo’ Díaz es una auténtica leyenda para los aficionados.
Quizá para muchos las grandes alegrías del fútbol estén en los títulos, pero para muchos otros sus celebraciones más recordadas se han producido en días como los que hemos contado. Un simple gol en la última jornada de un campeonato puede dar una felicidad que quizá sea efímera pero que no se olvidara jamás.