En un segundo la vida puede cambiar de súbito. Una máxima que puede parecer bastante ‘trillada’ pero es una verdad que Andreas ‘Andy’ Schicker aprendió de la peor forma posible. Hace poco más de un año, el 23 de noviembre de 2014, cuando contaba con 28 años, la vida del entonces jugador de SV Horn, de la 1. Liga austriaca (segundo escalón en el país alpino), cambió para siempre. Un artículo pirotécnico le explotó en la mano izquierda en un descuido siendo de tal gravedad el percance que perdió esa mano así como parte del antebrazo, además de dejar su mano derecha bastante dañada.
Diez horas después del accidente, Schicker fue intervenido en una operación muy delicada que precisó de hasta tres cirugías. Fue posible recuperar su pulgar derecho, que había sido seccionado, al utilizar cartílagos intactos del brazo izquierdo que fue amputado del codo para abajo. Al final de la operación ni los cirujanos sabían a ciencia cierta si iba a funcionar, pero finalmente sus buenas praxis supuso un triunfo importante del austriaco tras 48 horas decisivas de quirófano. Así, Andy Schicker recuperó totalmente la mano derecha, y con ella el poder seguir viviendo su sueño de ser futbolista.
En una entrevista al periódico Kurier, el centrocampista alpino revela que ha recuperado su vida normal: «Aprendí a ser paciente. Siendo paciente consigo hacer casi todo. Lo más importante fue que la mano derecha sufrió pocos daños. Y al ser diestro, en el caso contrario mi día a día sería un horror. Consigo hacer casi todo completamente solo ¡Hasta atarme los cordones!»
Toda esta recuperación exitosa coge más relevancia, cuando un año después del accidente, Andy volvió a los terrenos de juego y entró en los anales de la historia al convertirse en el primer jugador profesional en entrar en el campo con una prótesis. Eso fue el pasado día 4 de marzo, cuando el ahora futbolista del Wiener Neustadt salió desde el banquillo en el empate a dos de su equipo frente al Austria Salzburgo.
Fueron quince meses de una larga espera. Y tras el largo intervalo, Schicker declaró «estar feliz por poder ayudar al equipo» y que su regreso «es un premio merecido tras un periodo con mucho trabajo». Sin embargo un tecnicismo legal casi acaba de cercenar aquel emotivo regreso al fútbol. La FIFA tenía dificultades de decidir si podía o no jugar con la prótesis debido al vacío legal en ese aspecto. Finalmente tras un mes de deliberaciones, donde los lances en el que el balón contacte con la mano (en su caso con la prótesis) y la derivada intencionalidad o no, fueron los grandes focos del debate, decidieron que el mediocampista austriaco podía seguir con su vida como futbolista profesional.
«Yo ya tuve mi castigo, le toca a la fábrica»
El accidente doméstico que cambió la vida a Andreas Schicker se ha convertido también, en una figura en la lucha por el cuidado en el uso de petardos, tanto es así que su caso fue investigado por la policía. El material pirotécnico que Schicker utilizó por lo visto sólo podía ser vendido a técnicos profesionales.
Se trata de un petardo Class 4, de mecha corta, de ahí el problema. «Vi las chispas pero no creí que estaba a punto de explotar. La policía me dijo luego que tuve mucha suerte de no haber muerto» ha confesado Schicker. El austriaco asegura que no sabía que el petardo tenía tanta potencia e espera que el fabricante sea castigado. «Yo ya tuve mi castigo, ahora le toca a la fábrica» asevera Andy tajantemente.
En otra entrevista, ésta al diario Krone Zeitung, reveló que quiere que su experiencia sea vista como una señal de alerta. «A partir de ahora debo concienciar a la gente de los peligros que encierran los artículos pirotécnicos. Me he vuelto tan receloso que a los fuegos artificiales de fin de año sólo acudo si los que los lanzan son profesionales» revela Schicker.
Pero más allá de su vida convertirse en advertencia de los peligros pirotécnicos, la vida del futbolista centroeuropeo ha cambiado en todas las facetas. Adquirió nuevos hábitos y adaptó otros. Por ejemplo, ha conseguido volver a conducir un coche gracias a los cambios de marcha automáticos, y ha ganado nuevos hobbies, como la cocina o el squash, y todo ello aprendiendo ano contar con la funcionalidad de su perdida mano zurda.
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— Sky Sport Austria (@SkySportAustria) 26 de febrero de 2016
Si bien es cierto que la carrera de Andy nunca fue fulgurante (Austria Viena, SK Schwadorf, Admira Wacker, Wiener Neustadt, SV Ried, SV Horn y ahora, de nuevo, Neustadt), el hecho de poder volver adaptarse al fútbol profesional con una prótesis da una gran valía al jugador nacido en Estiria.
Cuando se reincorporó a los entrenamientos tras su percance, lo primordial fue practicar el modo de minimizar las molestias de jugar con una prótesis. «La parte más difícil fue el adaptarme en los duelos uno contra uno, pero gracias al club que me dio todo el tiempo para que cualquier pormenor fuera corregido y al fin estar completamente preparado para jugar» confesó Schicker al Krone Zeitung.
Todo ese tiempo fue dado por el club al ver el enorme empeño que ponía Schicker en estar al cien por cien para desempeñar su labor como futbolista. Tan gratamente sorprendidos quedaron con su empeño que el técnico del Neustadt, Günter Kreissl, le dio la oportunidad de ser su adjunto. Así que al poco tiempo de comenzar su recuperación le incluyeron en la estructura técnica del caso, como ‘plan B’ por si finalmente no llegaba a recuperar su vida como futbolista.
Pero finalmente lo hizo y el pasado 4 de marzo, Andy daba un nuevo comienzo a su carrera deportiva con una prótesis que pese a llevar manga langa y guante para ser escondida ha sido mundialmente conocida y ha gozado de páginas en medios notorios como el Kicker alemán o la Gazzetta dello Sport italiana. Y todo ello por lo inédito de su historia, pues pese a que ha habido futbolistas con brazos amputados, como el afamado Héctor Castro que se coronó campeón mundial en 1930 con Uruguay pudiendo alzar únicamente su brazo izquierdo (el derecho lo perdió de niño en un accidente con una sierra eléctrica), nunca antes había jugado nadie con una prótesis.
Y todo ello con la sonrisa de Schicker que aferra con fuerza esta segunda oportunidad. «No lo veo como una prótesis, sino como mi nuevo brazo. Y tiene una ventaja, que puedo ponerle un tatuaje y si no me gusta, cambiarlo» replica el austriaco a Kicker combinando firmeza con humor, pues complejo, no tiene ninguno.