Su común apellido parece que sea un jugador más, uno perdido en un equipo cualquiera de Latinoamérica. Sin embargo, su solvencia y sus recientes hazañas han escrito el mismo con letras mayúsculas. Como vaticinara su compañero de selección Javier Mascherano antes de definir por penaltis la semifinal mundial ante Holanda, Sergio Germán Romero se ha convertido en un verdadero héroe argentino, no sólo atajando tiros desde el punto penal sino como un guardameta de lujo para quien lo cuente en sus filas.
Es que desde su infancia trae una historia con las manos al haber estado a punto de ser jugador de baloncesto. Nacido en la localidad de Bernardo de Irigoye (Misiones) en febrero del 1987, Romero se mudó a los nueve años a la bella ciudad de Comodoro Rivadavia (en plena Patagonia país) ya que a su padre Ramón le habían dado la prejubilación como gendarme y su madre quería estar cerca de su familia. Comenzó en las divisiones inferiores de la CAI (Comisión de Actividades Infantiles), un tradicional club del interior que dio a luz nombres como aquellos grandes goleadores Sixto Peralta o Andrés Silvera; por ese tiempo admiraba al “Mono” Carlos Navarro Montoya, una gloria de Boca Juniors y exportero del Extremadura y Mérida. Al mismo tiempo practicaba baloncesto en el colegio, un deporte por el que compartía gran pasión con su hermano mayor Diego, que también jugaba fútbol y que terminó siendo profesional en la Universidad de Florida en Estados Unidos y actualmente lo hace en Quilmes de la Liga Nacional argentina. En una gira de la CAI por Buenos Aires, Sergio se enfrentó a los juveniles del Racing de Avellaneda; su actuación impresionó a los dirigentes de ‘la Academia’ que lo probaron y ficharon enseguida. Y por 2003, mientras vivía en la pensión del club, fue tentado por el famoso entrenador de baloncesto Enrique Tolcachier, que conocía de sus 1’92 metros, para formar parte de la plantilla de Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, un destacado de la Liga Nacional. El hoy director deportivo de la Confederación Argentina de este deporte recuerda: “Trabajábamos mucho en reclutamiento, buscábamos jóvenes por todo el país. Conocíamos a los Romero, porque Diego, el hermano, jugaba al baloncesto. Sabíamos que Sergio tenía buena talla y practicaba básquet en el colegio. Contaba con buenos informes de él. Entonces, convoqué a Ramón, su padre, a una reunión y le propuse que Sergio se incorporara a nuestro plantel de inferiores, pese a que sabía que estaba en Racing”.
El joven Romero no veía mal la idea de integrarse con ellos y así volver a su ciudad: “Estaba lejos de la familia y extrañaba todo. Mi viejo me comentó lo de Tolcachier y me hizo dudar. Le dije que volvía, pero él me aconsejó que lo pensara bien. Me insistía con que ya estaba en un club grande, que tenía futuro en el fútbol. Estuve dubitativo y al final me quedé”. Tolcachier agrega sobre ese particular momento: “»Su padre nos agradeció el interés y que hayamos pensado en su hijo. Le preguntó a Sergio, quien prefirió apostar todo al fútbol. Empezó a atajar primero. Si lo captábamos antes, quizás hoy sería jugador de baloncesto”, dice risueñamente.
Pero ‘Chiquito’, apodado irónicamente así por su altura, se decidió por el balompié. Y le fue bastante bien, ya que en 2006, de la cantera racinguista fue llamado por el gran Ubaldo Fillol, el guardameta campeón del mundo en 1978 y entonces técnico de la plantilla profesional para entrenarse, y tiempo después debutó con Racing en el Torneo Clausura 2007, donde jugaría sólo cinco partidos. Por esos días ya era un referente de la Selección sub 20 junto a nombres como Federico Fazio, Emiliano Insúa, Éver Banega, Ángel Di María, Pablo Piatti y la explosiva dupla Sergio Agüero-Mauro Zárate, con la que fue subcampeón en el Campeonato Sudamericano de Paraguay y vivió su primer gran momento el 2 de julio de ese año al consagrarse campeón mundial en Canadá, donde fue titular indiscutible firmó una brillante actuación recibiendo sólo dos goles. Tras es triunfo ya no regresó a Argentina, porque el AZ Alkmaar holandés que manejaba Louis Van Gaal lo fichó por 1’4 millones de euros. Y por la lesión del titular Boy Waterman, Romero debutó en la Eredevisie a finales septiembre ante el Héracles Almelo y desde entonces fue parte regular del once. Al termino de esa campaña fue llamado por primera vez a la selección absoluta de Alfio Basile para amistosos con Noruega y Australia, aunque no jugó. Y en la siguiente temporada continuó su ascendente momento siendo uno de los dieciocho futbolistas albicelestes que ganaron la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, cuando la fortuna le dio una mano ya que reemplazó en la plantilla a Oscar Ustari, quien se rompió los ligamentos de su rodilla. Y en los Países Bajos siguió mostrándose en un nivel tal que permaneció invicto 955 minutos entre noviembre y febrero, quedando a 107 minutos del récord en Holanda. La racha se cortó en marzo de 2009, cuando el guardameta cometió un error que le dio al NAC Breda el triunfo por 2-1 sobre el AZ en los cuartos de final de la Copa de Holanda; entonces sintió tal frustración que golpeó a puñetazos y puntapiés la puerta y las paredes de su vestuario y se fracturó una mano, perdiéndose los siguientes encuentros ligueros hasta abril, cuando nuevamente ocupó la portería en lugar del australiano Joey Didulica, lesionado tras un choque con Luis Suárez, y tuvo su revancha obteniendo el campeonato holandés y teniendo así la oportunidad de disputar la Champions League.
En 2009 fue nuevamente citado como suplente para la selección albiceleste, en este caso dirigida por Diego Maradona, para los partidos ante Colombia y Ecuador de las eliminatorias para Sudáfrica 2010. Pero no sería hasta después de aquella derrota ante Brasil en Rosario (1-3), que Maradona le diera la confianza al jugador del AZ en detrimento del hasta ese momento titular Mariano Andújar, y Romero debutara en la derrota ante Paraguay 0-1 en un partido clave de esa clasificatoria, en un momento muy traumático del equipo, donde ‘Chiquito’ igual tuvo una muy buena intervención y se adueñó así de la titularidad hasta estos días, contribuyendo con su tarea en las verdaderas finales ante Perú y Uruguay a la sufrida llegada a Sudáfrica. Y en 2010 disputó su primer Mundial con correctos trabajos, encajando dos goles hasta que Alemania barrió a Argentina por 4-0 en los cuartos de final.
En la albiceleste fue mantenido por el nuevo entrenador Sergio Batista (con quien fue campeón en Pekín) y jugó en gran nivel la Copa América en su tierra, con una nueva decepción en los cuartos ante Uruguay cayendo en los penales, y más tarde por Alejandro Sabella. En 2011 inicia una nueva etapa en la Sampdoria, al que ayudó a ascender a la Serie A, donde luego fue suplente, y en la temporada 2013/2014 fue cedido en el Mónaco, donde el técnico Claudio Ranieri tampoco confió mucho en él, jugando sólo tres partidos de la Ligue 1. Por eso y por algunos flojos encuentros, fue discutida su convocatoria para el Mundial de Brasil. Sergio recuerda: “Hice todo para llegar de la mejor manera a este mundial. Nunca regalé nada. Me entrenaba mucho en el Mónaco y me desilusionaba cada vez que Ranieri no me nombraba como titular. Esto es fútbol. Debo haber jugado diez partidos en el año, pero gracias a Dios mis compañeros y todo el cuerpo técnico me dieron mucha fuerza y tranquilidad para cada partido”. Y realmente se notó. 2014 fue su año consagratorio en la cita brasileña. Con sus paradas ante Bosnia e Irán ayudó a Argentina a ganar ambos partidos, especialmente ante los asiáticos con tres intervenciones magníficas. Pero su momento más emotivo fue el 9 de julio, justamente en un nuevo aniversario de la independencia de su país, en la semifinal contra Holanda en el Arena Corinthians de Sao Paulo, que tras el empate a cero, se decidió desde el punto de penalti. Antes de la tanda, Mascherano lo sujetó por los hombros y le dijo “hoy te convertís en héroe”. Y entonces Sergio Romero paró los lanzamientos de Vlaar y Sneijder y llevó a Argentina a su primera final en 24 años, que luego perdería ante Alemania. Esa hazaña le valió ser elegido “jugador del partido” por la FIFA y ser nominado para el Guante de Oro Adidas, que ganó su colega alemán Manuel Neuer.
Tras su estupendo mundial volvió a la Sampdoria donde otra vez fue segundo arquero, sin embargo también mantuvo su puesto en Argentina con el arribo de Gerardo Martino al equipo nacional, disputando en 2015 su segunda Copa América en junio en Chile en muy buena forma, y consiguiendo su segundo subcampeonato, además de destronar a Fillol en el récord como portero con más encuentros. El pasado verano el Manchester United anunció su contratación al quedar libre de la Sampdoria,en un fichaje por tres años con opción a un cuarto. Y en el equipo de su conocido Van Gaal, que lo consideró inicialmente por encima de David De Gea y Víctor Valdés, debutó en la primera jornada frente al Tottenham Hotspur, con una presentación muy buena con dos paradas claves. Su capacidad para pasar casi inadvertido y hacer fáciles los momentos difíciles lo ha mantenido tanto en el United como en la selección, en la que al parecer tiene largo tiempo más, pues es que ‘Chiquito’, aquel muchacho que estuvo a punto de jugar al baloncesto, le ha echado a su Argentina una mano bien grande.