El testarazo de Stéphane M’Bia en Mestalla en el minuto 94 para llevar al Sevilla a la final de la UEFA Europe League de Turín, la colosal resistencia de los jugadores del Benfica ante la Juventus para arrebatarle a la ‘Vecchia Signora’ ‘su’ final y acampar en el escenario de la misma… Ambos momentos pertenecen ya a la centenaria historia de Sevilla y Benfica. Pero el tránsito hacia esta ansiada final comenzó en Europa hace ahora casi cincuenta y siete años, cuando ambos clubes debutaron oficialmente en una competición europea. Fue en la Copa de Europa, y se enfrentaban, al igual que esta noche, el Sevilla y el Benfica.
Miércoles 19 de septiembre de 1957. Pasadas las cinco de la tarde el viejo estadio de Nervión se llenaba poco a poco para presenciar un encuentro que iba a pasar a la historia. Más de 30.000 personas abarrotaban el graderío para ver al primer once que defendería la elástica del club hispalense en un torneo organizado por la UEFA. Era la ronda preliminar de la Copa de Europa. Y el Sevilla, como subcampeón de liga en la temporada 56/57, representaba al fútbol español junto al campeón nacional y continental, el Real Madrid. Así pues, los seguidores sevillistas sabían de lo especial de aquel encuentro. Al igual que los casi 8.000 seguidores lusos que acompañaron a su Benfica en Nervión. Porque también el equipo lisboeta debutaba aquella calurosa tarde en la Copa de Europa.
La expectación que levantó el histórico partido del 57 no era menor que la que sus herederos en ambos clubes han generado estos días de cara a la final de Turín. Aquella tarde, sevillistas y ‘encarnados’ sabían que era el inicio, sabían que lo que echaba a rodar era un esférico en cuya piel estaba grabado el mapa de los mejores clubes de Europa. Los nervios eran los propios de semejante cita. Los jugadores de ambos bandos estaban dispuestos en el campo. El primer once de la historia del Sevilla en la competición europea lo formaban: Busto; Romero, Valero y Marcelo Campanal; Ramoní y Herrera II; Antoniet, Juan Arza, Pepillo, Pahuet y Pepín. El equipo lisboeta no era aún el gran Benfica que un lustro más tarde reinaría en Europa liderados por los míticos Eusebio o Simões, pero sí constituía el germen de aquel potente bloque con jugadores como Coluna, Aguas o Cavem, que sí estuvieron en Nervión. Había llegado el momento. El campeón luso contra el subcampeón español. El colegiado francés Jean-Louis Groppi señaló el inicio… y Europa dio la bienvenida a Sevilla y Benfica.
Cuentan las crónicas de la época que fue un vibrante partido que acabó ganando el Sevilla 3-1, con goles de Pahuet, Antoniet y Pepillo para los de Nervión, y de Palmeiro para los lisboetas. El cuadro sevillano, que entrenaba Satur Grech y que aún seguía la imborrable estela moldeada en los años precedentes por Ramón Sánchez-Pizjuán desde el palco y por el temperamental Helenio Herrera en el banquillo, pasaría la eliminatoria tras empatar a cero en el partido de vuelta una semana más tarde en el Estadio Da Luz. Concluía así el debut de Sevilla y Benfica en la Copa de Europa: con los portugueses eliminados y los hispalenses camino de los octavos de final.
Lo que llegaría después de aquella histórica eliminatoria de 1957 es de sobra conocido por la mayoría de seguidores de ambos clubes. El cuadro de Grech apeó de la máxima competición continental al A.G.F. Aarhus de Dinamarca y ya en cuartos de final caería eliminado ante el todopoderoso Real Madrid de Di Stéfano y Gento, que a la postre acabaría ganando su tercer entorchado continental. Y desde entonces, casi cinco décadas en las que el Sevilla no volvió a estar entre los grandes hasta que en 2006 ganó su primer título europeo al derrotar 4-0 al Middlesbrough en la final de la UEFA en Eindhoven, título al que acompañaron la Supercopa de Europa de ese mismo año ante el Barcelona y la UEFA de 2007 en Hampden Park ante el Espanyol. En cuanto al Benfica… La eliminación a manos del Sevilla en septiembre de 1957 dio paso al nacimiento de uno de los mitos actuales del balompié mundial. Aquel gran Benfica que empezaba a vislumbrarse en el debut europeo frente a los de Nervión acabaría cuajando en una potente escuadra que ganaría la Copa de Europa en 1961 y en 1962, ya reforzados por el inolvidable talento de Eusebio y por el indiscutible liderazgo de Simões. Los lisboetas se impusieron 3-2 en Berna en la primera de las finales al potente Barcelona de Ramallets, Luis Suárez, Evaristo o Kubala, para repetir título un año más tarde ante el Real Madrid en Amsterdam. Aquel equipo de leyenda lo entrenaba el húngaro Béla Guttmann, quien fue despedido de su cargo tras la final del 62… Y esa noche comenzó la maldición para el Benfica en Europa.
Guttmann, dolido por su cese como entrenador del mejor equipo del momento, dijo que “nunca, ni en 100 años, el Benfica volverá a ganar un título en Europa”… Y por mucho que se han empecinado las distintas generaciones de futbolistas del más grande equipo luso de todos los tiempos (32 ligas; 24 copas; 5 copas de la Liga; 4 supercopas), el Benfica sigue sin reinar en Europa, tal y como vaticinó el despechado técnico húngaro. Han sido varias las ocasiones en las que las ‘Águilas’ han estado a punto de aniquilar la profecía: cinco finales de la Copa de Europa entre 1963 y 1990, y dos finales de la Copa de la UEFA. Pero todas ellas acabaron con final amargo para el Benfica. El último de los sinsabores, hace justo un año, cuando el renacido cuadro de Jorge Jesús perdió la final de la Europa League en el último suspiro ante el Chelsea. Y hoy, 14 de mayo de 2014, Benfica y Sevilla, los dos equipos que nacieron como gemelos en Europa hace más de cincuenta años, se vuelven a encontrar, pero ahora en una gran final.
En Turín el protagonismo recaerá en Beto, Fazio, Alberto Moreno, M’Bia, Carriço, Marko Marin, Rakitic o Bacca por el Sevilla; y en Artur, Luisão, Garay, Maxi Pereira, Rodrigo o Cardozo por el Benfica. Pero este partido no es sólo una final más del fútbol moderno. Para muchos aficionados, la final de Turín será un precioso y emocionante guiño a aquella tarde de septiembre de 1957 en la que el Sevilla y el Benfica debutaron de la mano en la Europa futbolística. La final de la Europa League rendirá en Turín un homenaje al noble fútbol en blanco y negro. Un homenaje al primer Sevilla y al primer Benfica que, juntos y frente a frente, comenzaron a recorrer Europa.