Una vez más el Sevilla llega a una final de la Europa League (antigua UEFA). Esa competición con la que el club andaluz parece vivir una especie de idilio, y si la juega es para conseguir algo importante. He escuchado a muchos aficionados al fútbol decir que los sevillistas tienen la flor en cierta parte del cuerpo para este torneo. Y puede que un poco de suerte sí que haya habido, pero ésta se ha aunado, en más de una ocasión, a la casta, la garra y el empuje que siempre tiene este equipo y que por ello lo ha llevado a tener su propia página en la historia de la competición europea.
Todos los sevillistas recuerdan con anhelo cómo su discurrir en esto de las finales europeas comenzó en el año 2006. En aquella ocasión ganaron de manera abultada al Middlesbrough FC, pero antes, el equipo y su afición aprenderían lo que es sufrir para pasar las eliminatorias y el gozo posterior a una victoria más que trabajada. Era un jueves de feria y el Sevilla se medía de nuevo con el Schalke 04. Tras el partido de ida sin goles, el de vuelta también acabó 0-0, lo que forzó una prórroga que se descantó del lado andaluz en el minuto 101 de partido. El desaparecido Puerta mandaba un espectacular zurdazo a la portería y firmaba la primera página de esta historia.
Al año siguiente, el club blanquirrojo repitió la gesta de clasificarse para la final europea. En esta ocasión le tocó enfrentarse a un club compatriota, el Espanyol, al que ganó tras un disputado partido en la tanda de penalties. El héroe en esta ocasión fue Palop, que no sólo hizo un papel destacado en la mencionada final, sino que se convirtió por un momento en rematador al lograr un gol de córner en el partido ante el Shakhtar Donetsk. Era la vuelta de octavos de final y el Sevilla perdía 2-1. Llegó el minuto 94 y todo el equipo subió a rematar ese córner sin esperar que fuera el valenciano el que mandara el balón a la red y, con ese gol, forzara la prórroga. Ya en el tiempo añadido Chevantón puso tierra de por medio y consiguió el 2-3.
Otra cabeza que ha pasado a la historia personal del equipo de Nervión ha sido la del camerunés Stephane M’Bia. Fue el año pasado, cuando el Sevilla se jugaba el pase a su tercera final ante el Valencia. Aunque el resultado de la ida era favorable (2-0) a los andaluces, los chés consiguieron remontar 3-0 en su campo. Sin embargo, la casta y la garra afloró una vez más y los blanquirrojos hicieron gala de su lema: “dicen que nunca se rinde”. Era el minuto 93 de partido, el Valencia se veía ya en la final de Turín, pero, en un saque de banda llegó la cabeza de M’Bia para permitir a los suyos seguir soñando. Un sueño que sería mayor cuando ganaron luego su tercer título ante el Benfica, también en la tanda de penalties.
Y con este repaso llegamos hasta la final actual, la que se juega esta noche. En el trascurso hasta Varsovia, el Sevilla ha tenido también sus momentos difíciles. Especialmente trabajadas fueron las eliminatorias contra el Borussia Mönchengladbach y contra el Zenit. En esta última, llegaría el particular momento para la historia. Corría el minuto 85 del partido de vuelta (octavos) y los andaluces perdían 2-1 (resultado que forzaba la prórroga), pero entonces apareció Kevin Gameiro y marcó el gol que le daría el pase a los suyos.
Como ven, cuatro finales a las que han llegado los sevillistas y en el camino hacia todas ellas hay un nombre protagonista: Puerta, Palop, M’Bia y Gameiro. Todos ellos forman parte ya del recuerdo del sevillismo. Una gesta que puede engrandecerse hoy si consiguen el cuarto título europeo, ya que ningún otro equipo ostenta tal honor. En frente tendrá al Dnipro Dnipropetrovsk, equipo ucraniano con nombre difícil de recordar pero que ya se ha ganado un sitio en la historia de esta competición. Sin ser especialmente conocido ha eliminados a equipos, a priori, superiores como el Olympiacos, el Ajax, el Brujas o el Nápoles.
Hay que recordar que el triunfador de esta noche conseguirá además clasificarse para la Champions del próximo curso, algo por lo que ha luchado de manera incansable el equipo de Unai Emery, pero que al final se le ha escapado, a pesar de haber realizado una gran temporada en cuanto a números y el juego ofrecido.
Aunque el Sevilla parte con el cartel de favorito, el fútbol ha demostrado ya muchas veces que es imprevisible, y más cuando se trata de una final. Viendo lo que ha conseguido el Dnipro, la cautela es la mejor opción. Esperemos por tanto ver un buen partido esta noche y, por supuesto, a un club español alzarse con el título de campeón.