El del pasado sábado no fue un clásico como otro cualquiera. Ha sido, seguramente, uno de los clásicos más especiales de la historia del fútbol español, y todo porque en el minuto 14 se rindió homenaje en el Camp Nou a una de las grandes figuras del balompié que ha sido santo y seña del barcelonismo. Tributo a una estrella que se nos ha apagado muy recientemente, Hendrik Johannes, más conocido como Johan, Cruyff.
Pero por qué centrarse en un homenaje, un acto cotidiano que suelen hacer equipos con muchos futbolistas cuando ‘pasan a mejor vida’, pues porque Johan Cruyff es, para muchos, el mejor jugador de fútbol de la historia, así como el personaje ineludible que se asocia cuando hablamos del deporte rey.
Y es que Cruyff ha sido lo que ha sido, y ha tenido tal grado de consideración gracias a varios hitos que como pinceladas forman parte de una obra maestra de la pintura universal, o retazos de tela de un vestido de alta costura.
Debutó siendo un pipiolo de diecisiete años en el Ajax de Ámsterdam y ya era el hombre fuerte del equipo cuando en 1969, con apenas 22 años, logró voltear una situación muy adversa y puso por primera vez en el mapa europeo al conjunto ‘ajacied’. En cuartos de final de la Copa de Europa el conjunto holandés vivió un duro revés cuando en la capital neerlandesa cayó por 1-3 ante el Benfica vigente subcampeón de Europa de Eusebio y compañía. Entonces en la vuelta surgió la figura del ‘flaco’ Cruyff que marcó dos goles en los primeros quince minutos y encarriló el partido para poner la igualada en el marcador y forzar el partido de desempate. En París, el sitio neutral elegido, Cruyff volvería marcar colaborando en la victoria por 3-0 al conjunto lisboeta y llevando así al Ajax a su primera semifinal europea, en la que eliminaría al Spartak Trnava checoslovaco para luego caer en la finalísima ante el Milan de Hamrin y Rivera.
Luego siguió consagrándose en el Ajax donde abandonó el dorsal ‘9’ para vestir su ya inconfundible ’14’ con el cual dio sus mejores tardes a la parroquia ‘ajacied’ y llevó al equipo de la franja roja a coronarse hasta en tres ocasiones campeón de Europa, dando clases magistrales de fútbol como aquella que impartió en 1972 en la final de la Copa de Europa ante el Inter de Milán.
Otra pincelada de su genial carrera es su periplo en el Barcelona, donde llego con la vitola de gran fichaje y desbordó su calidad cumpliendo así todas las expectativas y convirtiéndose en el héroe culé de la época. Junto a sus viejos conocidos Rinus Michels y Johan Neeskens volvió a hacer grande al conjunto azulgrana y logró terminar con trece años de sequía sin ganar la liga.
No sólo su leyenda se construye con el fútbol a nivel de clubes sino también a nivel de selección, pues Cruyff lideró a la ‘Oranje’ en el mundial de Alemania 74 que casi consigue conquistar el cetro mundial en un choque de trenes donde la anfitriona liderada por Beckenbauer y Gerd Müller hizo que el que algunos llaman mejor jugador de la historia se quedara sin la gloria.
Y más allá de su labor como futbolista, su carrera a nivel de entrenador también hizo engrandecer su figura como mito del fútbol, y eso que sólo dirigió dos equipos, concretamente a las dos escuadras ‘de sus amores’, el Ajax y el Barcelona. Al conjunto neerlandés lo llevó a conquistar un título europeo, la Recopa de 1987, que no conseguía desde que era jugador del cuadro ‘ajacied’ (Copa de Europa de 1973) y luego con el Barcelona construyó uno de los mejores equipos de la historia futbolística, el llamado Dream Team, conquistando cuatro ligas consecutivas y la primera Copa de Europa del conjunto culé. Su estilo como entrenador ha dejado huella en los que fueron sus pupilos que ahora desempeñan su papel de entrenador y que continúan su legado como Abelardo, Koeman, Laudrup, Ferrer, Eusebio y especialmente Guardiola, el heredero natural de las tesis ‘Cruyffianas’.
Su carrera deportiva es parte importante para cristalizar su halo de leyenda pero no es la única. Su personalidad, propia de un genio, también contribuyó, como cuando se negó a disputar el mundial de Argentina 78 en forma de queja ante los crímenes de lesa humanidad que cometía la dictadura militar argentina. Otros ejemplos de su carácter único fue que en mitad de su carrera deportiva probó suerte en la NASL norteamericana con objetivo de recuperar un dinero que había perdido por confiar en cierto socio que le llevó a la ruina o, tras volver al Ajax, recalar para retirarse en el máximo rival del cuadro de Ámsterdam, el Feyenoord donde junto a un joven Ruud Gullit conquistó la Eredivisie. Pero también resalta sus ganas de vivir, cuando en 1991 tras sufrir un infarto y ser intervenido a corazón parado, dejó su gran vicio, el tabaco, y lo sustituyó por algo que le acompañaría siempre en los banquillos, el Chupa Chups.
Sin embargo, el cáncer se cruzó en su camino, y fue el que apagó la estela de alguien llamado como ‘el Flaco’, el ‘Profeta del Fútbol Total’, o de muchos epítetos que plasman su grandeza. Puede ser el futbolista más grande de todos los tiempos, o la personalidad con más carácter de la historia balompédica, pero siempre será, simplemente, Johan.