Anoche se decidió el nuevo campeón del mundo en lo que a fútbol femenino se refiere. Por un lado estaba Japón, que llegaba como poseedora del título, y por otro Estados Unidos, señalada como la principal favorita para salir de Canadá 2015 con otro cetro mundial bajo el brazo. Se reeditaba la final de 2011 y muchos pensamos que como aquella, sería un partido muy igualado y que podría ser decantado levemente del lado americano. Nada más lejos de la realidad….
El encuentro fue una auténtica exhibición para la selección de ‘las barras y estrellas’ que al cuarto de hora le iba ganando a las niponas por un contundente 4-0. En sólo cinco minutos dos jugadas de estrategias trenzadas magistralmente por las americanas ponían el dos a cero, que dejó tocada a las ‘Nadeshiko’ que cometieron errores que provocaron el tercero, donde Iwashimizu despejó mal y dejó el balón en bandeja para el tanto de Holiday, y el cuarto cuando la cancerbera Kaihori se encontraba adelantada algo que le valió a Lloyd para marcar un golazo casi desde el centro del campo. Entonces Japón quemó todas sus naves y sacó al césped a su líder, la veterana Homare Sawa, y el temporal pasó y las japonesas acortaron distancias (4-1). Tras el descanso, la selección asiática siguió mostrando una determinación de lucha que nunca abandonó en todo el partido, y consiguió un 4-2 que las metía en el partido, unas ilusiones que duraron segundos, pues las norteamericanas gracias a un tanto de Heath (que puso el definitivo 5-2) cercenaron cualquier esperanza nipona.
Se preveía que en esta final las figuras de Rapinoe y Wambach iban a ser las estrellas del partido, sin embargo, la primera tuvo un papel discreto, pese a dar la asistencia en el primer gol, fue la primera en salir sustituida, mientras que Abby ni siquiera fue de la partida y sólo disputó los instantes finales para ser quien recoja y alce el título de campeón mundial, por lo que así las cosas la que se erigió como figura fue Carli Lloyd gracias a su hat-trick. En cuanto a las previsiones con las figuras niponas, salvo Kawasumi que estuvo algo gris, se cumplieron ya que Sawa y Ogimi (que anotó un gol de bella factura) estuvieron a la altura de la final.
De esta manera Estados Unidos logra su tercer mundial y se consagra, aún más, como la primera potencia del fútbol femenino. No sólo sus hitos en competiciones, como que en todos los mundiales ha acabado en el podio o en la Olimpiadas alcanza las cuatro medallas de oro, es lo que la ensalza sino más bien el trabajo que se realiza desde la base. El inculcar a las chicas los valores del fútbol, garantizar el máximo número de oportunidades con un sistema de becas excelente y el tomar en serio el fútbol femenino como cualquier otro deporte (el nivel de profesionalización del ‘futfem’ allí no es equiparable a ningún otro país) son las recetas del éxito americano. Unas recetas que a los países que realmente les interesa potenciar su fútbol femenino, están adoptando.