La continuidad de Vicente del Bosque al frente de la selección española después del fracaso en el último Mundial de Brasil ha dividido al mundo futbolístico nacional como no se recuerda desde que el puesto de Luis Aragonés, que fue cuestionado durante toda la clasificación para la Eurocopa 2008, peligraba. Ángel María Villar, siguiendo su política conservadora y continuista ha dejado en las manos del exentrenador del Real Madrid la decisión definitiva y esta, ha sido seguir a pesar de los resultados y, lo aún peor, a pesar del juego que ha desplegado su equipo.
España necesita un cambio en la dirección. Vicente del Bosque ha firmado la peor fase final en la historia de los mundiales de España. Seis días después del inicio del campeonato, la escuadra nacional ya estaba eliminada y sin posibilidades de defender el título que consiguió en Sudáfrica. Todo empezó con la convocatoria. Una lista que se hizo sin hacer los descartes reales y dando falsas esperanzas a Navas, Llorente o Negredo cuando estaban fuera. Siendo injusto con ellos y sin serles sinceros, todo por quedar bien ante la opinión pública. Posteriormente, citó a los jugadores a escasos diez días del inicio del evento y realizó una preparación de corto tiempo y en una sede en la que las condiciones climáticas eran totalmente opuestas a las que se jugaban los partidos. Como máximo responsable del conjunto, no supo elegir bien la mejor situación.
Luego, en lo estrictamente deportivo no tuvo la facultad ni la claridad para dar el relevo de una generación que en los dos últimos años se veía totalmente agotada y casi sin importancia real en sus clubes. Especialmente discutible son las inclusiones y la titularidad indiscutible de futbolistas como Casillas y Xavi Hernández que no jugaban nada, ni en liga siquiera con el campeonato en juego, y al mismo tiempo no dio la oportunidad de otros jugadores que llegaban en mejor estado de forma. Inmovilismo y conservadurismo en un plantel que ‘ha fallecido’ de éxito, consumido por el agotamiento físico y mental, y en que el líder del barco no supo reasignar los roles desde hace seis años.
Ahora España busca y pide un cambio definitivo. El relevo de un equipo que ha marcado una época pero que está en manos de un seleccionador inmovilista y casado con el conservadurismo. Lo que se necesita ahora es una renovación profunda y la primera pasa por el banquillo, Del Bosque no ha tenido la fuerza suficiente para quitar y dar galones a pesar de sus éxitos pasados basados en la construcción hecha por otro técnico.
Por suerte para nuestro fútbol, España se ha consolidado como una grande, teniendo que ganar siempre, esto obliga al marqués a que la exigencia sea máxima por lo que su fracaso y el del equipo en el mundial y su falta de ambición y de cambios le obligan a ser consecuente y dar un paso a un lado, a otro seleccionador que lidere un proyecto totalmente nuevo.