El Atlético del Cholo está que se sale. Mano a mano con el Barcelona en lo más alto de la Liga con 14 victorias, un empate y una derrota, primero de grupo en la Champions y relamiéndose ante su eliminatoria contra el Milan, y clasificado con facilidad para los octavos de la Copa (como estaba previsto). Todo va viento en popa para unos colchoneros que juegan cada partido como si fuera el último, ganando hasta aquellos en los que no se juegan nada salvo la honra y en ocasiones un ‘pequeño’ plus económico, como bien puede atestiguar el Oporto.
Resulta por tanto normal que la prensa y la opinión pública vista cada vez más a este equipo con un halo de imbatibilidad, y que acusen de ignorantes a las voces que desde Milan se congratulan de su próximo rival en la máxima competición continental. Sin embargo, ¿podrá mantenerse el Atlético a este nivel durante el resto de la temporada?
El Atlético, que durante tantos años ha sido una banda desorganizada, se ha convertido en un bloque sin fisuras, en el que el esquema da cabida a todos y cada uno de los jugadores con sus particulares y vitales aportaciones. Laterales que se convierten en extremos en el ataque, mediocentros que les hacen perfectas coberturas, una presión ejercida por los diez jugadores de campo… Y todo con una cohesión perfecta entre los diferentes engranajes del once rojiblanco. La estrategia del Cholo saca el máximo rendimiento de sus jugadores y de un conjunto que no cuenta con el presupuesto de los grandes europeos (como Madrid y Barcelona) pero que también se encuentra bastante por encima de la media española, lo que le está catapultando a un éxito que ni siquiera al principio de esta temporada podía esperarse (con un Atlético que un año más vendía a su principal jugador).
De esta manera, el equipo está cerca de conseguir cerrar sus objetivos de principios de temporada (quedar entre los tres primeros en liga y pasar la fase de grupos de la Champions) a falta de 3 partidos para comenzar la segunda vuelta de la liga, lo que hace que el optimismo sea más que natural en su entorno. Además, se ha desempeñado con tal efectividad que nuevas metas aparecen en el horizonte de su afición, como la de luchar por títulos.
Simeone sin embargo parece tener otro proceder. El argentino ha sabido introducir en las mentes de sus jugadores los conceptos en que basa todo su fútbol: esfuerzo, compromiso y humildad. El ‘partido a partido’ se ha convertido en el leit-motiv de toda su plantilla, y ni técnico ni jugadores dan ningún partido por ganado (ni perdido) de antemano, bien jueguen contra el Real Madrid o el modesto Sant Andreu.
Esta filosofía bien le está valiendo los resultados que está obteniendo el Atlético, alejado de la sensación de otros años de estarse juzgando el equipo constantemente, pero ningún esquema ni entrenador es infalible. El Cholo también tiene su ‘lado oscuro’ y aunque por ahora no les está pasando factura (en esta temporada), no sería de extrañar que tarde o temprano lo sufran.
Y es que el técnico argentino exprime mucho a sus titulares y principales suplentes mientras otros jugadores se hunden en el banquillo rojiblanco. A pesar de que la rotación es constante en el equipo, se puede apreciar que hay un grupo de solo unos 15 jugadores principales que suelen participar en ella, a pesar de que en muchos casos el Atlético gana sus partidos por una abultada diferencia o acude a las citas con los deberes hechos.
Por supuesto, si pides esfuerzo y compromiso a tus jugadores, no puedes al mismo tiempo restarle al partido todo su valor quitando a todos tus titulares. Es por eso que el Atlético acude a partidos como la ida de la Copa, que muchos utilizarían para dar muchos minutos a los menos habituales, con medio equipo titular y varios de los suplentes habituales. Concretamente, en ese partido Simeone incluyó en el once inicial a cinco titulares habituales (Godín, Filipe Luis, Tiago, Koke y Arda) junto a algunos de los suplentes más habituales (como Raúl García) y dio entrada en la segunda parte a dos titulares más (Villa y Diego Costa).
Asimismo, el Atlético no solo rotó poco ante el Sant Andreu, sino que también en Champions, contra Zenit y Oporto (siendo ya primero de grupo matemáticamente) limitó las rotaciones a algunos de sus efectivos, dejando a titulares como Miranda, Gabi y Koke siempre sobre el terreno de juego y dando a jugadores como Óliver Torres y Leo Baptistao una pequeña cantidad de minutos (72 y 10 respectivamente).
Por otro lado, el argentino tampoco es muy amigo de los cambios durante el partido, y muchos de ellos se hacen esperar. Si bien el técnico ha agotado los 3 cambios en 12 de los 16 partidos de liga disputados hasta el momento (usando 2 en los 4 partidos restantes), 14 de esos 42 cambios que ha realizado en dichos partidos han sido en el minuto 80 o más adelante, llegando en dos partidos a no hacer ningún cambio antes de dicho momento (ante Real Sociedad y Real Madrid). Cierto es que muchos entrenadores suelen reservarse al menos un cambio por si se diera alguna lesión, pero si se contempla el hecho de que 9 de las 14 victorias del Atlético en lo que va de liga han sido por 2 goles o más se aprecia el lado más conservador de Simeone, enemigo acérrimo de la relajación.
Si bien el sistema del Cholo hace que el Atlético sea siempre lo más competitivo posible a la par que no deja completamente de lado a sus suplentes (ya que todos saben que el argentino es de los que reconocen el esfuerzo y el buen hacer por encima de los nombres), esta excesiva competitividad puede sobrecargar a los jugadores que deben llevar el peso de un equipo que juega tres competiciones. Por supuesto, el equipo tiene que resultar siempre competitivo, tratar de ganar todos los partidos y estar lo más alto posible en la tabla, pero esta situación puede aparejar cansancio e incluso lesiones si no se prevé adecuadamente y se trata de disminuir la carga de trabajo de todos los futbolistas de la plantilla.
Como muestra del efecto que puede tener la filosofía ‘cholista’ se puede observar el final de la temporada 2011-12, donde el argentino contaba con una plantilla más corta que la actual, y jugadores clave como Adrián o Koke jugaron múltiples partidos ofreciendo un nivel muy bajo por la carga de partidos acumulados entre Liga y Europa League. Cierto es que aquel equipo no contaba con suplentes como Baptistao, Raúl García o Insúa, pero al mismo tiempo hay que considerar que las exigencias de aquel conjunto que ganó la Europa League eran menores que las del actual, jugando Champions (y necesitado de los recursos económicos que genera cada ronda que pasan) y avanzando entre Madrid y Barcelona en Liga.
Por tanto, no sería de extrañar que el conjunto colchonero sufriera un bajón similar tras el parón invernal, probablemente alrededor de los meses de febrero y marzo (cuando tendrá que afrontar los encuentros contra el Milan) dado que algunos hombres clave en el esquema de Simeone (especialmente Gabi, vital en el esquema rojiblanco) acumularán por entonces muchos minutos en sus piernas y no parece haber una segunda unidad preparada para tal momento, como sí tienen en una medida algo mayor Madrid y Barcelona.
La mejoría en el juego de Adrián junto al gris momento de juego que ha pasado Arda Turan tras la lesión que le tuvo varios partidos fuera en octubre y noviembre y la positiva entrada en las rotaciones de defensas como Insúa o Alderweireld hacen pensar que algunos jugadores podrían alcanzar su mejor momento de forma a mitad de temporada, justo cuando probablemente comience a faltarles fuelle a los más utilizados por el Cholo. Pero si esto no fuese así, no parece probable que el Atlético pueda mantener este ritmo durante toda la temporada, dado que el derroche físico que llevan a cabo cada tarde y noche sobre el césped los rojiblancos es imposible de aguantar durante más de 50 partidos con el mismo once sobre el campo.