El pasado miércoles se disputaron dos importantes encuentros de Copa del Rey, concretamente las dos semifinales y en ambos faltó ese derroche de fútbol al que los equipos españoles nos tienen acostumbrados. Especialmente en el primero, que enfrentaba Real Madrid con Atlético de Madrid, la Castellana con el Manzanares, Neptuno contra Cibeles, Pérez contra Cerezo, pero también Pepe contra Diego Costa. Esto último no referido a nivel futbolístico, sino a nivel de patadas, agresiones y burlas. Mezclas el gran talento del portugués en sus defensivas con el fácil enfado del brasileño y da como resultado que uno de los dos se pierda la vuelta, en este caso tocó al colchonero porque al final el árbitro es como un padre, ve el enfado entre dos hijos, pero no la causa de ello.
Al Atlético de Madrid le faltaron todas las virtudes que Simeone les ha inculcado y en las pocas ocasiones que cogieron la pelota no supieron qué hacer con ella.Todo esto fue aprovechado por un Real Madrid, con carencias de Real y que fue a matar y a ganar con goles que no pasarán a la historia de la competición, entre otras cosas, porque dos de los encajados fueron en propia de los rojiblancos.
Si una maldición continúa persiguiendo al Atleti es la de San Casillas, ya al niño Torres volvía loco por su mala suerte cuando se enfrentaba a él y en su ausencia, el equipo tampoco consigue ganar cuando el guardameta de Móstoles defiende el arco madridista.
El otro día el Atlético de Madrid recordó al de hace 14 años, un equipo que salía al césped del Santiago Bernabéu y ya había perdido, un equipo intimidado, perdido y que daba por cerrado el resultado desde el minuto uno. Llegó ‘el Cholo’ y en la pasada temporada supo cambiar esa filosofía, una filosofía que todavía los atléticos saben que está viva, que tiene sus altibajos como los de ayer, pero la afición y el equipo saben que para ellos el Madrid ya dejó de ser un imposible.